El lunes pasado, la consellera de Territorio, Ester Capella, explicó que la Generalitat ayudará a pagar el alquiler este año a cerca de 71.000 familias, el 25% más que en 2022, y que destinará para ello 144 millones de euros, un 26% más.
Un anuncio de este tipo, como todo en política, solo se puede entender desde la óptica propagandística; como la venta de un fracaso como un éxito. Al menos, se puede interpretar desde distintas perspectivas.
Es cierto que es un éxito que la Administración sostenga a sus ciudadanos en caso de extrema necesidad, que no los deje caer. En cambio, es un fracaso que se presuma de este aumento de las ayudas, cuando lo que reflejan es la cronificación de la pobreza y muestran que el sistema y su gestión fallan por múltiples lugares.
El ser humano es resiliente, se adapta y se acostumbra a todo, también a pasar penurias. Y no nos engañemos: a las clases gobernantes ya les va bien, pues cuanto más vulnerables, más manipulables. Por eso, las ayudas no dejan de ser un parche para contentar (no mucho) a unos cuantos, cuando lo que debería hacer la Administración es atacar de raíz el problema de la vivienda.
El problema de la vivienda, el de la escasa oferta y mucha demanda (por lo tanto, el de los precios disparados, inasumibles), se soluciona parcialmente aumentando el parque público, algo que no parece una prioridad de los políticos. Por el contrario, algunos se empeñan en limitar el alquiler en ciertas zonas, cuando está demostrado que eso no arregla gran cosa, sino al contrario.
Pero no solo la vivienda es un problema. El coste de la vida está disparado, entre guerras, inflaciones y mucho aprovechado. Cataluña no tiene dinero ya ni para pagar los pañales de las personas mayores. No obstante, lo principal es la independencia, la amnistía, el referéndum, los asesores políticos, cuestiones que en una sociedad sana no se tendrían apenas en consideración, pero que marcan la agenda para desesperación y resignación de una población que no se atreve a protestar mucho para no perder lo poco que tiene.