La consellera Tània Verge defiende la igualdad cuando le interesa; esto es, cuando hay un asesinato machista, cuando hay un agresor sexual de género masculino y, en especial, cuando este ha nacido fuera de Cataluña. Si no se dan esas condiciones, acostumbra a callar.

Verge (recordemos que cobra 8.400 euros brutos al mes, cerca de 120.000 euros al año) ha protagonizado no pocas polémicas en X (antes llamado Twitter), porque fuera de la red social poco se la escucha. Una de las últimas fue callar ante el triunfo de la selección española femenina en el Mundial del 2023 (su silencio es por no felicitar a España; lo de que las campeonas fueran mujeres es lo de menos para la consellera de Igualdad y Feminismos), pero, en cambio, saltó como un resorte contra el beso de Rubiales a Jenni Hermoso.

En ese momento, escribió en X que hay que “poner en valor las decisiones de las víctimas”, pues “ellas son las que saben qué necesitan y cuándo lo necesitan”. “Las instituciones debemos acompañarlas tanto si ponen denuncia como si no, porque os creemos, no estáis solas”. Se refería exclusivamente a víctimas mujeres y, a poder ser, catalanas. Porque… ¿acaso se ha pronunciado acerca del policía nacional que recibió un beso sin consentimiento de una mujer (seguramente catalana) el 1-O? No lo ha hecho ni lo hará. Igual hasta se ríe del piolín. Por el momento, la reacción del Govern es de “sorpresa” por los seis años que ha tardado el agente en denunciar a su agresora sexual. Verge no tiene vergüenza.

Tampoco ha escrito nada la consellera sobre la rebaja de la condena a un miembro de La Manada, que se ha beneficiado de la ley del solo sí es sí impulsada por su querida ministra de Igualdad, Irene Montero, a quien en su momento defendió de la “violencia política” que estaba sufriendo por la chapuza de esa norma que ha dejado a un buen número de violadores en la calle y ha rebajado cientos de condenas a agresores sexuales. Verge no dice ni mu al respecto. ¡Viva la consejera de Igualdad y Feminismos!

Otro ejemplo. Meses atrás, hubo una escena sexual en mitad de la pista de una polémica discoteca. Alguien la grabó y el vídeo comenzó a circular. Verge alertó de que compartir esas imágenes era delito, pero tampoco acertó el tiro. Muchos usuarios le recriminaron que, con sus palabras, lo único que conseguía era aumentar el interés por la búsqueda de esa escena, algo conocido como efecto Streisand (cuanto más se trata de ocultar algo, más difusión se le da).

Pero no solo de feminismos vive Verge. También de desgracias como el devastador terremoto de Marruecos, que ha dejado cerca de 3.000 fallecidos y miles de heridos. Con motivo de esta tragedia, la consellera escribió en X que es el momento de acercarse a esos vecinos “de origen marroquí” con los que no hemos hablado nunca, y preguntarles si tienen familiares o amistades afectados. La comunidad tuitera se lo agradeció. Nadie había reparado en ello. Suerte que estaba mamá Verge para explicar cómo hay que comportarse con el prójimo. En fin. Mejor que cierre el X. Y váyase.