Sí, Eloi Badia no repetirá en las listas de Barcelona en Comú (BComú) en las próximas elecciones municipales del 28 de mayo. Pero no es suficiente. Si todo el mundo dice la verdad, y hasta ahora nadie ha dicho lo contrario, tampoco la empresa, el caso de la pérdida de los restos de un bebé de 22 días que murió prematuramente y cuyos huesos ha perdido inexplicablemente Cementiris de Barcelona (Cbsa), debería conllevar la destitución fulminante del concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, que también es presidente de la empresa municipal de camposantos.
Para situarnos: estamos hablando de un neonato que fallece trágicamente a los 22 días de vida por una patología poco común. El Hospital Vall d'Hebron arropa a la familia, destrozada por el suceso, y les proporciona un nicho de beneficencia en el Cementerio de Montjuïc. Los allegados, vecinos de Terrassa, visitan la tumba cada año con ocasión del cumpleaños del nacimiento del bebé.
A los cinco años, Cbsa vacía el nicho unilateralmente y arroja los restos al osario común, por lo que cuando los padres van a celebrar el que sería el sexto cumpleaños del malogrado pequeño, sus restos mortales ya no están. Cementiris ha abierto la sepultura y los ha arrojado a una fosa colectiva. Se han perdido para siempre y son irrecuperables.
Sí, es cierto que las tumbas benéficas municipales duran solo cinco años y que si se quiere prolongar el servicio, hay que abonar la tasa de conservación. Esto es inapelable: se trata de una obligación. Como también lo es que Cementiris debe avisar antes de desahuciar un nicho, pues lo que es de su propiedad es el continente, no el contenido. La empresa debe coger el teléfono, el correo o el email y poner en aviso a los familiares antes de emprender acciones que pueden provocar mucho daño emocional. Máxime en un caso como éste, cuando estamos hablando de una pérdida aún más dolorosa que el resto: el fallecimiento de un hijo a los pocos días de nacer.
Y sobre todo, también cuando la Sindicatura de Barcelona ha alertado en el pasado del "impacto moral" que tienen los desahucios de nichos. Y cuando el mismo defensor del vecino reprendió a la empresa pública por perder los huesos de otra familia que contrajo una deuda en el pago de la tasa. Llegó a contratar a un antropólogo para "reparar" el daño de Cbsa y recuperar los huesos extraviados. En 2017 hubo otro precedente, cuando Cementiris extravió los huesos de otro difunto por el impago de la tasa. En aquella ocasión, también, la Síndica admitió que el grupo público actuaba conforme a ley, pero pidió "extremar las precauciones" antes de desahuciar por la vía de los hechos.
Pues bien, Cementiris lo ha vuelto a hacer. Ha perdido los restos de un bebé de 22 días sin avisar a la familia, o sin hacerlo lo suficiente, pues éstos no han cambiado de domicilio ni de teléfono recientemente.
La mala praxis es tan grave que cuesta entender. Es la tercera vez que ocurre. Es, más que un error de procedimiento, una reiteración de las chapuzas que ha afeado el Síndic de Barcelona en el pasado. Y ello me convence de que Eloi Badia debe irse. El concejal debe ser destituido, pues esta pésima gestión se une a las anteriormente explicadas.
Y llega también tras la torpona reacción al hundimiento en 2017 de un bloque de nichos en el mismo cementerio, que terminó, también, con restos irrecuperables e indemnizaciones a las familias, que pagamos todos.
No valoro el resto de la trayectoria del concejal. No entro porque podría ser materia de otras 20 columnas de opinión. Pero en el caso de Cementiris, Eloi Badia, el ideólogo de la suerte de "ecofascismo" que se impuso en Sant Andreu --y que a la postre se tuvo que parar por la oposición vecinal--, el edil que no dialoga porque se cree en un plano argumental superior al resto, debe marcharse.
Si no se va, destituyan a Eloi Badia. Si es que ustedes son aún los de la nueva política.