Esta semana no ha sido la mejor para los tuitstars del independentismo catalán. Más allá de que la red social es el escenario de la pelea más pública entre las familias de Junts y entre Junts y ERC (y viceversa) --se acusan de “fascistas”, “vendidos”, de “todo por la silla”, de querer “paguetas”, etcétera---, han caído dos de los nombres con más seguidores en este micromundo que tanto pesa en la política catalana: Rai López Calvet y Joan Mangues.
Ambos tienen en común haber pasado más de cinco años repartiendo carnets de buenos y malos catalanes y haber perdido la credibilidad en cuestión de horas. También coinciden en que lo han hecho por ser protagonistas de acciones que muestran lo más bajo de la política, esas que no se deberían dar nunca en una democracia sana.
Crear un perfil falso en Twitter para cargar contra adversarios (si les queremos llamar de este modo) es ya de por sí retorcido. Hacer lo propio para lanzar dardos contra miembros de tu misma formación es una declaración de guerra y demuestra que tú estás dispuesto a ir lo más lejos posible. Si encima intentas hacerte pasar por periodista para emprender esta pugna, te pones en evidencia ante una profesión que siempre has denostado. Todo ello es lo que ha conseguido López Calvet, consejero nacional de Junts, con el caso Joana Masdeu.
A pesar de su ciberactivismo, no ha hecho ningún comentario sobre el escándalo que le afecta en sus plataformas sociales. Las mismas que le permitieron medrar entre los considerados duros del ámbito neoconvergente hasta formar parte de los afines de Laura Borràs y Francesc de Dalmases, cuya intimidación a una periodista de TV3 es el origen del tropezón de López Calvet. Veremos si su carrera política, que se desarrollaba con optimismo (porque los tuitstars aún cotizan al alza y él tiene más de 40.000 seguidores en la red), resiste a Joana Masdeu.
A Joan Mangues (65.000 seguidores) también se le auguraba una larga trayectoria en ERC, aunque se dio de baja del partido hace pocos meses. Desde la formación explican que se le abrió un expediente interno por unas acusaciones sobre el trato que habría dado a ciertas militantes sin que haya prosperado. Ha seguido con su actividad política, ahora más vinculada a la Intersindical, una organización que pretendía ser el gran sindicato independentista catalán y que se ha quedado como formación residual en algunos ámbitos concretos, especialmente los vinculados con el sector público.
Entre las actividades del republicano ciberactivista está la de vandalizar de madrugada edificios públicos con pintadas contra otros partidos de su Igualada (Barcelona) natal. Concretamente, el del Consejo Comarcal de l’Anoia y la sede del PSC local para amedrentarlos a propósito de la gestión política de los socialistas. Es decir, se ha dedicado a dar ejemplo de la democracia a la que aspira.
Mangues asegura que él solo miró cómo su compañero, también miembro local de la Intersindical, hacía las pintadas. Serán los Mossos d’Esquadra quienes revisen las filmaciones de las cámaras de seguridad de los edificios en una causa que ya está judicializada, por lo que será en este ámbito donde se demuestre si dice la verdad o no. No debería ser demasiado complicado, ya que iban con la cara destapada.
Twitter ha servido para que Mangues y López Calvet se hicieran con un perfil público. Mantenerlo más allá de la red social tras los dos escándalos será complicado.