Tiene Cataluña una propensión a la verbena que trasciende los tiempos. Después de la de San Juan, con la cosecha ya recogida y celebrada, los burgueses ilustrados participarán por primera vez en su historia en unas elecciones para renovar el gobierno del Círculo de Economía. Será el 12 de julio próximo y tiene la novedosa virtualidad de ser la primera ocasión en que se consultará a los socios sobre quién debe ser el presidente de una entidad que acumula 64 años de historia.
Se da la paradoja de que esa institución fue en su momento un modelo de debate y creación de opinión en España que sirvió para superar la dictadura franquista y se hizo indispensable para conducir el pensamiento económico en tiempos difíciles. Pero esa aportación democrática no coincidió con su propio funcionamiento interno, para el cual se había establecido un sistema de consensos consuetudinarios que hoy ha saltado por los aires y obliga a que los casi dos mil socios se vean obligados a pasar por las urnas y a vivir la primera campaña electoral de su existencia.
Rosa Cañadas y Jaume Guardiola han decidido que aspiran a suceder a Javier Faus como presidentes del Círculo. La falta de consenso para pactar una candidatura única es el espectáculo más comentado de la burguesía catalana en las últimas semanas. No es la única novedad, ya que por vez primera una mujer podría ser la cabeza visible del lobby de opinión barcelonés. Son demasiadas innovaciones que se suman a una entidad que vive aparentemente en la modernidad, pero de facto en una gerontocracia real.
Guardiola era el candidato de la junta que acaba su mandato tras la próxima reunión anual. Se trata de un antiguo banquero, convergente y tradicionalista. Uno de sus quiebros profesionales fue la renuncia a liderar el BBVA en su día para poder habitar más cerca del Camp Nou y no perderse los partidos del Barça. Tal como suena, lo explicaba el interesado en su día. De sus méritos de liderazgo hay también zonas grises, aunque siempre se le reconocía la capacidad para vivir con el caparazón de segundo de Josep Oliu al frente del Banco de Sabadell. Lo del banco inglés comprado en su día y lo que le ha pasado a la cotización de la acción hasta la llegada del nuevo CEO son para un largo análisis del que no siempre sale bien parado.
Cañadas es una mujer en un mundo de hombres, las finanzas. Se le intenta afear que sea la esposa de Carles Tusquets, otro financiero relevante, que además presidió el Círculo en su día. Pero solo el hecho de presentarse demuestra una valentía y un coraje transformador que merecen atención. Si alcanzara la victoria en las elecciones sería la primera mujer que ocuparía un cargo por el que han pasado los grandes próceres de la economía catalana y española. Su condición de género resulta, en sí misma, una renovación que la entidad debe demostrar si está capacitada para soportar.
Javier Faus ha querido modernizar el Círculo de Economía, pero ha fracasado en el intento. Desde dentro, incluso desde los afines, tuvo demasiada oposición a su forma peculiar de conducirse. No es un ejecutivo con capacidades políticas. Lo demostró en el Barça, cuando se enfrentó a Messi, y le ha vuelto a suceder cuando plantó cara a la gobernanza gerontocrática que tutela la institución. Nadie puede discutirle que en ese individualismo operativo existe mucha virtud gestora y casi nadie recuerda que él, asociado con un pipiolo de la época llamado Ismael Clemente, hicieron una de las primeras grandes operaciones inmobiliarias de la Barcelona postolímpica.
Faus deja la reunión anual, un pequeño Davos español, con un listón elevado. En el último encuentro consiguió que el Rey y el presidente acabaran saludándose y compartiendo mesa. Jaume Giró hizo su fallida puesta de largo. Allí se habló de la necesidad de proceder con los indultos a los políticos presos por el procés y se ganó la complicidad de una patronal española conservadora e inmovilista. Todavía queda una cierta distancia con aquellas reuniones de Lloret de Mar o de Sitges en las que se congregaba lo más granado del pensamiento económico nacional e internacional, pero se aproxima bastante más al modelo idílico que recordamos a lo que se hacía antes de su llegada al cargo.
Quizá su salida estará empañada por la convocatoria de elecciones y por la ruptura del consenso tácito de relevo que siempre usó la entidad (solo estuvo a punto de quebrarse antes de la última presidencia de Josep Piqué). De todas maneras, quien atribuya al presidente saliente la celebración de unas elecciones presidenciales como un problema es poco amante de los comportamientos democráticos o tiene dificultades para entender cómo es la sociedad a estas alturas del siglo XXI. Más sencillo todavía: el Círculo es poliédrico como lo es Cataluña y España, no es un área o superficie plana contenida en una circunferencia perfecta y ni tan siquiera tiende a redondo. Cada vez tiene más aristas y saber aprovecharlas será un mérito de quien lo gobierne a partir del 12 de julio.