La salida de la pandemia que ha brindado la vacunación masiva de la población --los hospitales y ucis están ahora ocupados por los que se resisten a inmunizarse por razones varias, no solo el negacionismo-- ha propiciado que la recuperación empiece en todos los sentidos. La económica, que desde el verano lleva aparejada una crisis logística y de materias primas por sobredemanda (compleja de gestionar por definición), y en el plano institucional, la del despertar de una actividad frenética.
El virus también generó un parón en los ámbitos de representatividad que ahora recuperan el tiempo perdido. Los movimientos telúricos en el Círculo de Economía son cada vez más evidentes y forman parte de esta tendencia. Es posible que se rompa un rito arraigado en el principal lobi empresarial en el país, el de confeccionar un gobierno de consenso, y en verano se celebren las primeras elecciones de su historia.
Aún no está claro que se llegue a este escenario y quedan por delante unas semanas clave, ya que los diferentes candidatos que están en la terna deberán decidir si están dispuestos a pasar por el desgaste de los comicios. Más, en una organización sin tradición de ello.
Serán clave tanto las voluntades individuales de cada una de las personas que están dispuestas a recoger el testigo de Javier Faus en la primera silla de la institución como los perfiles de liderazgo de cada una de ellas. Y es que el paréntesis de reclusión ha implicado que los cambios que ya se empezaban a dar en esta dimensión más institucional se aceleren. En una visión simple, se definen dos grandes grupos. Los que se dejan la zapatilla para llegar a estas esferas y asumen el camino como si estuvieran inmersos en unas primarias políticas; y los que entienden que ciertas sillas se deben reservar como espacios para culminar carreras que han sobresalido de la media.
Todo ello, sin descartar que el independentismo más irredento aún intenta dar vida a la autodenominada marea amarilla que consiguió que la ANC se llevase la Cámara de Comercio de Barcelona. La idiosincrasia de Pimec propició un sonoro fracaso en su intento de desplazar a Antoni Cañete de su camino a la presidencia sin otra bandera que la política, hecho que unificó a la patronal de pymes en contra de la candidatura secesionista; y ya hay voces que piden que se intente tomar el Círculo. La facilidad para presentar candidaturas que se marcó en la época de Lara Bosch como presidente marca que los presidenciables deben ser socios desde hace dos años y presentar 50 avales, muy poco en una entidad con 1.250 miembros. Con todo, los mismos que hablan de ello son conscientes de que tienen todos los números de repetir el tropiezo.
Si el empresariado va finalmente a elecciones, será el que abra un nuevo ciclo electoral en Cataluña. Las municipales están marcadas para mayo de 2023, aunque la precampaña ya se ha iniciado en Barcelona y la demoscopia será clave para determinar el grado de intensidad de las turbulencias del final del mandato de los Comunes de Ada Colau y el PSC de Jaume Collboni. Con todo, es posible que los catalanes seamos llamados a las urnas antes de esa primavera… y todos los ojos están puestos en el Palau de la Generalitat.
El desbloqueo de ERC a los Presupuestos Generales del Estado de Pedro Sánchez, que dan aire al Gobierno de socialistas y Podemos hasta final de la legislatura, ha generado una nueva grieta entre los socios del Ejecutivo catalán. El enésimo choque al que siguió la presentación de las cuentas públicas catalanas, otro escenario de reproches entre JxCat y los republicanos para ver quién es más independentista y quién se queda con los votos de este ámbito. Todo ello, con la CUP como juez y parte, ya que enarbola la bandera de los guardianes de las esencias de la secesión.
La guinda del pastel se la ponen los movimientos que se empiezan a dar en el espacio de los neoconvergentes para restituir la figura de Jordi Pujol, el expresidente de la Generalitat que perdió el título de muy honorable al reconocer su patrimonio oculto al fisco en Andorra, la deixa. En muchas quinielas aparecía esta acción para después del juicio en la Audiencia Nacional contra la familia, ya que parece difícil que se pueda sustentar la totalidad de las acusaciones que han recaído en el clan. Con todo, las voces que lo reivindican de nuevo como una figura “decisiva” para el futuro de Cataluña han surgido antes incluso de que se haya sentado en el banquillo de los acusados.
Nuevos tiempos. ¿Modernos?