El Govern en funciones comunicó ayer la nueva fase de desescalada para Cataluña, que entra en vigor el próximo lunes día 15, y que, a grandes rasgos, supone una mayor libertad de movimiento, la reapertura de las salas de juego, la reanudación del deporte federado para todas las edades y una bocanada de aire fresco para el comercio, que también podrá levantar la persiana el fin de semana. En principio, son buenas noticias, tanto porque indica que la pandemia remite como porque la economía se mueve. Qué lástima que el anuncio en sí fuera tan enrevesado y dejara más dudas que respuestas.
El asunto de la movilidad es una de las grandes novedades de la nueva fase de desescalada. En la práctica, el límite de movimiento lo marcan el Mediterráneo, los Pirineos y las fronteras con Aragón y la Comunidad Valenciana. Sin embargo, la manera de comunicar el levantamiento del confinamiento comarcal dejó pensando a más de uno. Según el Govern, solo se podrá cambiar de comarca si el desplazamiento se hace en solitario o con los convivientes, que seguro que es en la gran mayoría de las ocasiones. Por el contrario, dos amigos que quieran ir de excursión no podrán hacerlo… salvo (se intuye) que vayan en coches separados y se encuentren en el lugar. ¿No es más sencillo anunciar la libre movilidad dentro de Cataluña que buscar fórmulas caóticas?
El otro punto inquietante del anuncio es que las medidas aprobadas tendrán una vigencia inicial de 14 días... pero algunos puntos se modificarán a los 12 días. Esos cambios repercuten, básicamente, en el límite de reunión. Se establece en un máximo de seis personas hasta el día 26, pero será de cuatro personas a partir de entonces, para evitar las reuniones familiares en Semana Santa. Demasiada información para una población hastiada y confundida con el elevado número de mensajes contradictorios que ha recibido durante el último año. La gente necesita mensajes cortos, claros, sencillos, directos. En todo caso, sorprende que se tomen más precauciones para Semana Santa que en Navidad. Y que ahora todas las comunidades vayan a una y no entonces. Rectificar es de sabios, pero lo de las pasadas fiestas era tan evidente que acabaría mal…
En fin, este fin de semana se cumple el primer aniversario del primer estado de alarma, y, aunque algo hemos aprendido, se percibe en el ambiente una especie de déjà vu: empiezan a caerse algunos de los participantes del Mobile World Congress (MWC, contigo empezó todo…). Veremos cómo evoluciona la campaña de vacunación (parece que con cierto retraso). En todo caso, parece que el bicho tiene los meses contados. Otra cosa será la recuperación económica. Por cierto, no parece que se haya aprovechado este año para implementar cambios como el teletrabajo regulado, por ejemplo.
En clave política, Cataluña pasa a un segundo plano por primera vez en unos años. Es cierto que este viernes se constituye el Parlament, y no hay nada claro sobre el futuro Govern. Pero eso es muy aburrido si se compara con el terremoto de las últimas 48 horas en la política nacional, con el intercambio de golpes entre Ciudadanos y el PP, con el PSOE al acecho, en Murcia y Madrid. La inestabilidad es tan entretenida como eso, inestable. Mal asunto, pero esperemos que esta sacudida sirva para construir un país mejor (algo que, sin embargo, no ha ocurrido aún en Cataluña tras varios años de procés).
Falta por nombrar a Joan Laporta quien, al margen de sus polémicas y sus ideas, ha avivado un poco el panorama futbolístico y su sola presencia ha animado al barcelonismo. ¿Hoy por hoy hay algún político capaz de contagiar ese optimismo?