Dice que van dos vascos a buscar setas a primera hora de la mañana.
--Oye Patxi, este lugar es magnífico. Hoy vamos a llenar la cesta.
--Ya lo creo, Iñaki.
--Ostia Patxi, ¡mira, un Rolex!, dice mientras se agacha a coger un reloj nuevecito que había en el suelo.
--¿A qué vamos? ¿A Rolex o a setas?, contesta el otro.
El chiste se refiere a la supuesta cerrazón de los vascos, que aun y viendo la conveniencia de cambiar, se someten a pies juntillas al rumbo trazado. Desde luego, es la antítesis del PNV de los últimos años, pero puede servir para hablar del caso de Cayetana Álvarez de Toledo, una mujer brillante, leída y muy inteligente. Como ella misma reconoce, le interesa mucho la política y puede que esté dotada para esa ciencia, aunque eso no quiere decir que Dios le haya dotado también para ejercerla: se empeña en valorar más el peluco suizo que el perretxiko. Y no tiene por qué ser siempre así, sobre todo si tus jefes no lo han dicho.
Nacida un año antes de la muerte del general Franco, Álvarez de Toledo ha tenido la fortuna de criarse en las mejores escuelas de España, Francia y Argentina. Su plurinacionalidad le libera de los complejos progres que obligan a entender los egoísmos de los nacionalistas y la supremacía de la nueva izquierda. Y lo hace con una naturalidad bastante altanera.
Cuando dice que hoy la “figura que mejor encarna los valores republicanos es Felipe VI” está provocando, algo que forma parte de su ADN intelectual, pero a la vez marca un camino y da un paso al frente en una línea de modernidad política que supera a los partidos. Tendría que habérselo pensado dos veces antes de lanzarse a la militancia.
Sus reflexiones quedan al margen de la vida de los organigramas porque son demasiado personales. El PP ha filtrado que los grandes del Ibex deseaban que el partido se liberara de una portavoz tan extremista y radical que dificulta el acuerdo para formar un Gobierno centrado, una idea que no encaja con la realidad. Quien impidió ese acuerdo se llama Albert Rivera, y cuando lo hizo era el --supuesto-- candidato del Ibex. Precisamente, Cayetana Álvarez de Toledo es la única que habla en estos momentos de un Gobierno de “concentración constitucionalista”, una idea que si no partiera de ella tendría un gran apoyo entre los españoles, que ven con desesperación cómo la clase dirigente es incapaz de afrontar con valentía los urgentes retos del presente, pero a los que repele una radicalidad demasiado ideológica como la que encarna esta intelectual tan despreocupada por la nobleza de su look .
No ha hecho más que cosechar fracasos desde que volvió a las filas del PP: ya había sido diputada, pero dejó el escaño en protesta por la inanidad de la etapa Rajoy. Mal, muy mal, en Cataluña, y peor como portavoz parlamentaria de su partido. No es que trabajara para ella, como se quejan sus enemigos del PP, es que no entiende la disciplina. En un partido, solo el aparato es capaz de generar ideas; o bien un líder absoluto que controla el aparato, y no era su caso. Los partidos europeos son como las empresas privadas: la dirección plantea una estrategia y los demás se ponen a rueda. Y punto.
Efectivamente, aquí no estamos para Rolex, sino para hongos.