Apenas cinco horas después de que se alcanzara el acuerdo del fondo de recuperación europeo, el presidente y el vicepresidente del Govern presentaban las líneas maestras de un plan de reconstrucción que cuesta 31.765 millones de euros de los 140.000 que le corresponden a España, o sea el 21% del total, dos puntos más que la participación de Cataluña en el PIB español.

Por sus enunciados, la mayor parte de los 20 proyectos presentados por Quim Torra y Pere Aragonès son de gasto, no de inversión como quiere Europa. Pero es imposible analizarlos con un mínimo detalle porque no los han explicado: solo han dado a conocer sus títulos. Tenían mucha prisa en demostrar lo eficaces que son cuando se trata de poner la mano y empezar el regateo; otra cosa es a la hora de trabajar y de gestionar un problema, como nos están demostrando cada día que pasa con el Covid-19.

El mecanismo de control para verificar que los programas de los países que se acojan a estas ayudas cumplen los requisitos es lo suficientemente complejo como para asegurar, como mínimo, el retraso de los pagos. Y aquí viene el Gobierno catalán a poner de nuevo palos en las ruedas con otro postureo hueco. ¿Cómo pueden haber ajustado el coste de las 145 actuaciones que componen los 20 proyectos al 21% del importe recibido por España en solo cinco horas?

Ganas infinitas de seguir enredando e intentos desesperados por disimular una ineficacia que debería ser analizada a fondo en el Parlament y sancionada en las urnas. Se atreven a pedir más dinero cuando han destinado a TV3 tres millones de lo recibido para compensar los efectos de la pandemia. Con razón, agradecidos, el Telenotícies abría su edición de ayer al mediodía con el juicio a los miembros de la Mesa del Parlament: “Tercer juicio por el 1-O”, titularon. Eso era lo más importante del día, no la decisión histórica de la Unión Europea de mancomunar deuda pública para ayudar a los países con problemas, precisamente los del Sur.

Por esa misma razón, TV3 no informa de que Ferrovial --la que financiaba a CDC a través del Palau de la Música-- mantiene vivo el contrato de 18 millones concedido a dedo para hacer el rastreo de los infectados, pese a que el Govern se comprometió a rescindirlo y pese a que la empresa no sabe hacer ese trabajo. Sí cuenta, sin embargo, que la Consejería de Salud --que por fin hace caso a lo que todo el mundo le aconsejaba desde hace semanas-- “duplicará o triplicará” el número de rastreadores. Para eso está la teva. Perfecto.

Como decía el domingo el catedrático de Economía Aplicada Josep Oliver, al final habrá que alegrarse de que Bruselas mantenga la vigilancia sobre los países que reclamen recursos europeos para ver en qué los gastan, a ver si reforman, invierten y modernizan sus economías o si, por ejemplo, lo dilapidan en la financiación de sus aparatos de propaganda política.