Rull y Turull, los Hernández y Fernández del procés (o Dupond y Dupont, en la versión catalana, que curiosamente respetó los nombres originales de los amigos de Tintín), pasarán buena parte de su condena fuera de prisión. Igual que sus socios sediciosos. Eran los únicos que todavía no habían obtenido los beneficios del artículo 100.2, pero la espera ha merecido la pena: tienen permiso para salir de la cárcel de lunes a viernes 12 horas al día. Eso sí, tendrán que trabajar...
El primero está condenado a diez años y medio de presidio y, el segundo, a doce años. Por lo tanto, no han cumplido ni una cuarta parte de la pena y apenas han transcurrido cuatro meses desde que el Tribunal Supremo dictó sentencia por el procés, aunque llevaban dos años ya en prisión preventiva.
No discuto que sus salidas estén dentro de la legalidad (¡faltaría más!), pero habría que ver si se es tan generoso con los presos comunes. Para empezar, me sorprendería que el resto de reos encuentren trabajo con tanta facilidad, ¡solo hay que ver el paro que hay!
Por cierto, Iñaki Urdangarín, condenado a cinco años y diez meses de prisión, entró en el centro penitenciario de Brieva en junio del 2018, y se le han concedido los beneficios del 100.2 horas antes de las salidas de los Dupond y Dupont independentistas. Es cierto que es feo robar, pero más feo es querer romper un país...
Cabe recalcar que el exduque de Palma nunca ha dicho que lo volvería a hacer y, además, ha realizado trabajos sociales. Nadie duda a estas alturas de que la justicia no es igual para todos, y los privilegios obtenidos en el caso de entrar en la cárcel, tampoco.
Con Rull y Turull fuera de prisión, ya todos los presos del procés esquivarán la cárcel al menos unas horas a la semana; y en breve pasarán más tiempo fuera que dentro. Pero los ultras de sus seguidores no tienen previsto encerrarse en casa ni olvidarse de los lazos amarillos a pesar de la nueva situación de sus héroes.
Los aburridos y amargados, cada vez más radicalizados, seguirán cortando la Meridiana cada noche porque nadie quiere enfrentarse a ellos. Bastante dividido está el independentismo como para ganarse nuevos enemigos. Con las elecciones catalanas a la vista no es momento de generar alboroto.
Con todo, tal y como están las cosas, coronavirus mediante, tal vez los presos polítics estarían más seguros en Lledoners, Puig de les Basses y Mas d'Enric, que alguno ya no tiene edad para sustos.