El Círculo de Economía ha basado su prestigio, en los últimos sesenta años, en su visión de conciliar diferentes intereses y necesidades: valorar el presente, buscar medidas para reactivar la economía catalana y española, pero también prever y analizar las oportunidades de futuro. Y siempre con un amarre férreo a Europa, a las instituciones europeas, para interiorizar y difundir los mejores valores europeos, de libertad, y de apoyo a la empresa.
El nuevo presidente del Círculo de Economía, Javier Faus, lo vio claro cuando conectó con Luca de Meo, el presidente de Seat, para que formara parte de la nueva Junta directiva. El lobby empresarial siempre ha contado con directivos de las principales empresas, pero el italiano ha aportado una visión “real, basada en la acción”, como él mismo ha verbalizado en sus distintas comparecencias públicas. En las reuniones del Círculo se ha hablado “de economía”, de proyectos, de necesidades y de planificación. ¿Es algo inédito? Pues en gran medida sí lo ha sido, porque las elites económicas catalanas llevan años ancladas en un cansino discurso político, que ha monopolizado el independentismo.
El marco de juego lo ha marcado ese movimiento, que tomó las riendas de todos los resortes a partir de la Diada de 2012, aunque el clima ya se había creado con anterioridad, desde el impulso de un nuevo Estatut con el primer tripartito de Pasqual Maragall, y el posterior proyecto soberanista de Artur Mas. La clase empresarial, con algunas excepciones, no supo salir de ese terreno, promoviendo iniciativas distintas, aunque es cierto que hubo un intento, aunque sin mucha convicción: el cónclave en el IESE en marzo de 2007 para reclamar que el aeropuerto de El Prat fuera un nudo de conexiones internacionales. No ha habido, desde entonces, gran cosa adicional, salvo actos concretos de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), celebrados en Barcelona, para que se apueste, de forma definitiva, por el corredor mediterráneo.
Hablar de economía, de lo que necesita la empresa catalana, de apuestas para que se dimensionen las compañías, para que puedan invertir en innovación, para que se desarrollen puestos de trabajo de alta calidad, todo eso no se ha abordado con seriedad. Y Luca de Meo ha tenido una visión clara, con la gran experiencia que supone el sector de la automoción, que será uno de los que deberán asumir una enorme transformación. Javier Faus pierde a un hombre clave en esa Junta del Círculo de Economía, pero lo pierde toda la sociedad catalana. El ejecutivo se va a Renault, y no puede dejar esa oportunidad.
Se trata, en todo caso, de un símbolo. El Círculo de Economía, que apuesta con claridad por reclamar al Estado que apueste por Barcelona, y por Cataluña, con más y mejores infraestructuras, con la idea de la cocapitalidad, quiere mantener su independencia para que no verse utilizado por la guerra de guerrillas que desea mantener el independentismo, con plataformas como la Cámara de Comercio de Barcelona, con el activista Joan Canadell al frente. Y no deja de buscar un equilibrio muy necesario: el mundo académico, el apoyo a iniciativas que mejoran la calidad de la educación, la reflexión sobre cómo cambiará la tecnología las sociedades del futuro, sin descuidar lo que ha sido siempre el nervio de Cataluña: la empresa, la economía productiva, lo tangible.
Sin embargo, el esfuerzo debe ser mayor, de todos los actores económicos. ¿Hay un clima favorable a la empresa, a las iniciativas empresariales, o sólo prima el ensimismamiento sobre cómo protegemos el autogobierno, o sobre cómo Madrid –cosa que es cierta—aprovecha las circunstancias para llevar a cabo su particular ‘optimización fiscal’?
Luca de Meo, ¡No te vayas!,