Hay coincidencias interesantes que mueven a la reflexión. Roger Domingo, el editor del sello Deusto, entre otros, dentro del Grupo Planeta, es un valiente. Ha tomado una decisión que los pocos miles de liberales libertarios en España (se podrían contar, deberían organizar algún acto conjunto para reivindicarse) celebran con lágrimas en los ojos de emoción. Dos son ya los títulos que ha rescatado Domingo de la autora Ayn Rand, una escritora que nació en la Rusia zarista para emigrar, en cuanto pudo, a Estados Unidos. Es el referente de un liberalismo descarnado, libertario, que resulta muy estimulante en momentos en los que se ha perdido capacidad para innovar, para buscarse la vida, para tener reflejos y emprender, algo muy propio de la cultura empresarial catalana, la que hizo grande a Cataluña como un lugar de oportunidades.
Rand experimentó la Gran Depresión en Estados Unidos, y tuvo diferentes empleos. Se instaló en Nueva York, y con persistencia acabó siendo uno de los valores de esa cultura tan norteamericana, que plasmó en el libro El manantial, ahora rescatado por Deusto. La historia, sobre un arquitecto que renuncia a trabajar para burócratas, la llevó al cine King Vidor en 1949, con el gran Gary Cooper en el papel de Howard Roark, el arquitecto inquieto que se enfrenta a su rival Elisworth Toohey.
Lo que reivindicaba Ayn Rand era la fuerza del individualismo y de la razón frente a los excesos del Estado y la mentalidad autoritaria. Era una defensa de los valores norteamericanos, frente a los proyectos de colectivización. “Ahora, en nuestra época, el colectivismo, el reino de los hombres de prestado y de segunda categoría, el antiguo monstruo, se ha soltado y está fuera de control. Ha alcanzado una escala de terror sin precedentes. Ha envenenado todas las mentes. Se ha tragado la mayor parte de Europa. Está engullendo a nuestro país”. El libro lo escribió en 1943. Piensen en la época, en el contexto de la II Guerra Mundial, y con la Unión Soviética en primera línea.
Llegaría otro libro, entre otros muchos: La rebelión del Atlas, de 1957, que también ha recuperado Deusto, dentro de la voluntad de Roger Domingo de hacer felices a los liberales españoles. En esa obra, Rand relata una rebelión ficticia de los empresarios contra el Gobierno, con un cierre empresarial que paraliza el país.
¿Y qué pasa en Cataluña? Resulta que la paralización del país la protagoniza el propio Gobierno de la Generalitat. Lo que ha acabado, como no podía ser de otra manera, aunque podía haber llegado antes, hartando al empresariado catalán. Foment del Treball ha constatado ese enorme malestar con una petición al presidente catalán para que detenga “la barbarie”, las movilizaciones independentistas que han ofrecido una imagen que puede ser letal para la economía catalana a medio plazo.
En Cataluña pasa también que los que han marcado la agenda política, los que han acabado ganando la partida, son los jóvenes de Arran y los menos jóvenes de la CUP, que juegan con un discurso revolucionario. Los libros de Ayn Rand, una filósofa que creó escuela, podrían provocar una verdadera urticaria en la sede de la CUP. ¿Defensa de derechos individuales, halago al papel de los empresarios, a los que se juegan su dinero? ¡No, por favor!, ¡Mejor no leer cosas peligrosas!
Pero no hay una gran reacción. Aparece una dirigente de Arran en TV3 y dice cosas que se interiorizan y no pasa nada. Son normales. La portavoz “nacional” de Arran, Núria Martí, señaló que tenían razón: “Nuestro límite no son nunca los derechos individuales ni la ley impuesta, nuestro límite es la razón, porque la tenemos”, sentenció. Si Ayn Rand hubiera estado presente hubiera sufrido un ataque.
Si esos preceptos se normalizan, si los otros partidos independentistas siguen pensando que se puede tener cualquier compañero de viaje, si el Govern que preside Quim Torra cree que se puede seguir “empujando” movilizaciones estériles, pero muy dañinas para la economía, entonces Cataluña, y esa será la paradoja, dejará de ser Cataluña. No será el territorio de las oportunidades ni del sueño empresarial. No será la tierra del talento, ni de la imaginación que hizo posible el Modernismo.
Siempre se puede leer las obras de Ayn Rand. Son gruesas, y apetece cuando llega el invierno. Pero tal vez ha llegado el momento de que esa sociedad civil que tanto alardea de que existe tome decisiones. El pasado lunes, en la entrega de los premios Ferrer Salat, la patronal Foment, con Josep Sánchez Llibre a la cabeza, dio un primer paso. Hay otras instituciones, como el Círculo de Economía, que señalan el mismo camino. Pero lo principal es que la propia sociedad catalana perciba que hacen falta muchos empresarios y arquitectos como Gary Cooper y eso sólo se resuelve, en una democracia, a través del voto.