Tanta bravata independentista resulta ya letárgica. Y si es con la voz de Lluís Llach, soporífera. Excelente cantante, sí, pero como activista del secesionismo aburre. Entre otras cosas porque ni él mismo se aclara con el Consejo para la República y el Consejo Asesor para el impulso del Fórum Civil y Social para el Debate Constituyente,

Recordaba el artista, en la presentación de este pretencioso ente, que ya tiene 70 años y por lo visto ya no está para esos trotes ideológicos del astuto Carles Puigdemont y su testaferro Quim Torra. Ni él ni nadie.

Pero hablábamos del letargo, del spleen secesionista. Asistimos estos días al "Supremo ridículo" de unos magistrados que han decidido envainarse una sentencia sobre impuestos hipotecarios. Jurídicamente posible, pero socialmente incomprensible. Y eso me ha hecho recordar aquella resolución judicial según la cual, no hay ensañamiento en dar 50 puñaladas porque, si en la primera la víctima ya ha fallecido, no se le presupone sufrimiento. Pues algo parecido ocurre con el bombardeo secesionista. Causaba dolor cuando impactó en la línea de flotación de las leyes e instituciones catalanas, pero los tiroteos que han venido después, por mucho conato de desobediencia que planteen, hasta parecen inocuos.

Que Puigdemont amenace con crear un gobierno paralelo en Waterloo y Torra presente la creación de un Fórum Cívico como “otro día histórico” en la construcción de la república catalana darían risa, si no fuera porque esos "chiringuitos" son pagados con los impuestos de todos los catalanes. Y puestos a mal pensar, el generoso contrato de 6.000 euros que Francesc Pena, hombre de máxima confianza del exconsejero de Presidencia y que está llamado a altísimo cargo de los medios públicos catalanes, ha renovado con Marcela Topor, esposa de Puigdemont, ¿no suena a financiación encubierta de Waterloo?

La parte negativa de ese procesismo es que los asaltos a sedes políticas, como las sufridas de forma reiterada por PSC, PP o Ciudadanos, se han convertido en algo normal por habitual. El líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, instaba ayer a Torra a exigir a sus queridos Comités de Defensa de la República (CDR) que suspendan esos ataques. El presidente catalán ni le respondió.

Que ahora sean los gurús del independentismo quienes prueban de esa medicina dice mucho del tono crepuscular del procés. Agustí Colomines asegura haber recibido en su casa una nota amenazadora. Y como buen separatista, ha buscado un enemigo exterior en lugar de plantearse si sus referencias a los muertos como método de acelerar las revoluciones, le están haciendo un flaco favor a la causa. Señala el historiador a periodistas que, dice, fomentan el odio. ¿Ensañamiento? Cree el ladrón…