¿Recuerdan estas palabras?: “No habrá referéndum”. El tono con el que fueron pronunciadas, repetidas hasta la saciedad, llegaron a generar una cierta confianza entre los partidarios de la Constitución y del Estatuto de Autonomía de Cataluña que los organizadores de la consulta quisieron violentar el año pasado.

Aquel pronunciamiento recuerda mucho a otro más reciente: el que dice por boca del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que no existió uso de fondos públicos para organizar la fatídica consulta independentista del 1-O. La diferencia estriba, de manera fundamental, en que la confianza en el Ejecutivo que debía haber evitado aquel referéndum ilegal ha decaído de manera más que notable, como se pudo observar en las elecciones catalanas de diciembre.

Por si la pérdida de credibilidad del Gobierno español en lo referido al contencioso político del independentismo fuera insuficiente, un juez se ha tomado la molestia de ordenar la investigación sobre cómo se administró el dinero público durante ese periodo y si, pudiera haber sucedido, que los funcionarios encargados de facilitar esa información se hubieran equivocado, estuvieran haciendo la vista gorda o, más sencillo, no se hubiesen enterado de nada de lo acontecido.

¿Por qué Montoro sigue empecinado en sostener sus tesis y no enmendar la posición?, ¿por temor a reconocer un error en la fiscalización de las cuentas públicas y del Fondo de Liquidez Autonómico en particular?

El magistrado tiene un especial interés en conocer la verdad de un asunto que Montoro niega por activa y por pasiva. De hecho, las imputaciones que mantiene sobre algunos de los políticos investigados y presos descansan en la indiciaria comisión de un delito de malversación de caudales públicos. De ahí que la Guardia Civil, como policía judicial, haya sido encomendada para examinar con mayor profundidad todo lo que rodeó a la celebración del referéndum.

Ya se ha visto algún documento que pone en entredicho las palabras de Montoro. La propia Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (la holding de TV3 y Catalunya Ràdio) fue rauda a facturar al departamento de Presidencia las campañas de publicidad institucional que fueron emitidas para promover aquella ilegalidad en octubre pasado. Pero no son el único uso descubierto y serán, de forma probable, algunos más los que se sumarán en las próximas semanas.

Quienes seguimos de cerca los usos y abusos que el independentismo ha hecho de la administración pública con la coartada de la nación sabemos que su creatividad es muy alta y su descaro ha llegado a límites desproporcionados. De ahí que es interesante, mucho, que la justicia determine si alguien ha usado el dinero de todos para causas de sólo una parte.

¿Tan difícil es admitir que has encajado algún gol de unos tipos cuya única preocupación no era administrar Cataluña, sino dedicarse al activismo político y a la movilización de masas?

Ante eso, ¿por qué Montoro sigue empecinado en sostener sus tesis y no enmendar la posición?, ¿por temor a reconocer un error en la fiscalización de las cuentas públicas y del Fondo de Liquidez Autonómico en particular?, ¿por defender su administración tributaria y a sus funcionarios? Es sorprendente el enrocamiento del ministro, cuando el propio delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, reconocía ayer en una entrevista que Hacienda no es una policía, que es tanto como admitir que le pueden haber colado cualquier cosa.

Esos errores del PP, esa incapacidad para comunicar de una manera más sincera y menos impostada, son los que han cavado su tumba en Cataluña. Los resultados electorales reciente lo reflejaron de manera clara, pero algunos en la capital de España parecen empecinados en darle el estoque al enfermo terminal. ¿Tan difícil es admitir que has encajado algún gol de unos tipos cuya única preocupación no era administrar Cataluña, sino dedicarse al activismo político y a la movilización de masas? Una cierta humildad, ministro Montoro, no le haría ningún daño y hasta haría menos antipático a su Gobierno y los errores acumulados con el tema catalán.