Llama la atención la capacidad del Partido Popular para meter la pata en las circunstancias más diversas, como le ha ocurrido con la celebración del Día Internacional de la Mujer, la huelga a la japonesa y las desautorizaciones.
La excusa oficial para ponerse de espaldas al movimiento es que quienes redactaron el manifiesto de la convocatoria incluyeron expresiones incómodas que se refieren al capitalismo, la forma de Gobierno, la Guerra Civil, los recortes, etcétera. Pero lo cierto es que los populares dan por perdida la batalla de la defensa de los derechos de las mujeres y la dejan en manos de la izquierda.
Es curioso porque en la dirección del PP, incluso en el propio Gobierno, hay currículums personales y profesionales de señoras claramente liberadas, aunque conservadoras desde el punto de vista político.
Sería estúpido pensar que hay más machismo en la derecha que en la izquierda: otra cosa es cómo se publicita
Si los populares tuvieran un poco de cintura, sabrían ver que este fenómeno reivindicativo no va contra nadie ni a favor de nadie. Sería estúpido pensar que hay más machismo en la derecha que en la izquierda: otra cosa es cómo se publicita. La experiencia demuestra que los partidos más izquierdistas, incluso los más revolucionarios, incluyen en su seno roles sexistas parecidos a las organizaciones más reaccionarias.
¿Acaso el PSOE no podría darse por aludido cuando el manifiesto reivindica la república o condena los ajustes presupuestarios que más castigan a las mujeres? Sin embargo, participa en la movilización y trata de capitalizarla.
Ciudadanos, que tampoco se identifica con el fondo del asunto, ha intentado ponerse de perfil y salir ileso del envite; pasar página.
La jornada de ayer fue una movilización masiva y alegre protagonizada por gentes más o menos feministas, más o menos activistas. Gentes que conocen los argumentos de fondo, que saben que su realidad no tiene nada que ver con la de sus madres o la de sus abuelas, pero que quieren aprovechar la oportunidad de reivindicarse y de ir a más. Nada que objetar.
Hasta Ana Botín, multimillonaria, banquera, poderosa, mujer y madre de varios hijos --y, probablemente, no muy de izquierdas-- se sumó a la fiesta.