Una ciudad gobernada por un grupo de amateurs como los que encabeza Ada Colau no puede ser adjudicataria de la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas inglesas). Tampoco puede ser una localidad que viva del turismo. Ni tan siquiera puede ser una población moderna, cosmopolita y de vanguardia.

Barcelona, Cataluña, se han convertido en un agujero negro por una combinación de coletas e indepes. Una lástima, porque en vez de ser cualquiera de las cosas anteriores seremos la ciudad de los manteros, de los servicios sociales que no dan abasto, de la pobreza, la inseguridad y la desigualdad. Ah, pero no hay que preocuparse. Colau y los suyos tienen soluciones: matemos a los ricos para que paguen más (por lo menos mientras estén con nosotros). Y los indepes nos dejarán helado de postre, que es un privilegio capitalista al que no cualquiera puede acceder.

Ni agencia del medicamento, con sus puestos de trabajo, economía inducida e innovación garantizada, ni una actividad productiva normal porque las empresas han decidido emigrar. Ese es el legado, material e inmaterial, que nos dejan estos aprendices de chatarreros que en apenas dos años han acabado con años de herencia industrial, de orden económico y de seguridad jurídica.

Los culpables no son ellos, sino quienes con la papeleta democrática les otorgamos una función para la que no están preparados ni en condiciones de desempeñar

Deberán todos estos amateurs cargarse de argumentos para que la población no los corra a gorrazos. Lo que nos pasa no es lastimoso, es sencillamente impresentable. A la cosa pública han accedido los mediocres más arrojados del país y, por falta de interés y de compromiso de la mayoría, se hicieron con el poder político para quebrar el país.

No pasa nada, tranquilos. Nos empobrecemos todos un poco más y en una generación o dos volvemos a la normalidad. Mientras tanto, algunos que no tienen categoría política para vestir unos zapatos cómodos viajarán en coche oficial y tendrán escolta. Los culpables no son ellos, sino quienes con la papeleta democrática les otorgamos una función para la que no están preparados ni en condiciones de desempeñar. Y no porque no formen parte de las élites dirigentes, como ellos sostienen para seguir en el momio, sino porque por unas u otras razones gobiernan como unos resentidos empeñados en que, cuanto peor estemos todos, mejor les va a ellos.

Pues nada, Colau, indepes, muchas gracias. Barcelona, Cataluña les está muy agradecidos por todo lo que nos enseñan y que la historia pondrá en su lugar. No les quepa la menor duda, la justicia será histórica pero no se librarán de ella.