Zona Franca

Gordó, la CDC de centro o la dinamita de Mas

1 julio, 2016 00:00

La recta final de la campaña para restablecer el nuevo partido nacionalista catalán ha comenzado. Nuevo partido, es un decir. Lo que está en juego es cómo se administra una herencia con hipotecas, otras deudas y pasivos de diferente signo.

Artur Mas no afloja. Lo largaron los chicos de la CUP de la institución y se agarra al partido como hierro candente. La formación política es ya su único campo de juego y está atrincherado en el poder. El congreso del próximo julio decidirá quién será el nuevo secretario general, pero siempre bajo la tutela del ex presidente catalán que perdió su puesto en el órdago independentista.

Hay dos candidaturas sobre la mesa. Por un lado, la de Jordi Turull, el hombre del aparato que controlan Francesc Sánchez y Lluís Coromines. Controlar las sedes locales y tener acceso directo a la militancia supone una ventaja de partida. O, dicho por pasiva, un lastre para el otro candidato, Germà Gordó.

Turull y Gordó son ambos parlamentarios en el grupo de Junts pel Sí. Gordó estuvo a punto de perder esa condición y en los prolegómenos del 27S hubo de imponer su presencia en las listas, porque Mas no estaba del todo por la labor. Presionado por otras facciones o de motu propio, el presidente del partido prefería otros nombres.

En esas condiciones de desventaja, Gordó ha presentado su hoja de ruta: centro, centro y más centro. Nacionalista, eso sí, pero pragmático. Una especie de revival de la CDC del peix al cove, de aquel partido útil y utilitarista que contribuyó a la gobernación y al desarrollo democrático español postfranquista. Entre el liberalismo y la socialdemocracia, pero pasando por el perfil socialcristiano del dirigente.

La música del político no suena mal, es adecuada al descompuesto momento político actual de Cataluña e, incluso, podría obtener cierto respaldo de la zona templada de la sociedad catalana que antaño votó a CDC o a Unió. Otra cosa son los partidos y sus dinámicas internas, ya saben. Y, peor aún, sus dinamiteros. El amigo Artur Mas no se lo pondrá fácil y muy probablemente intente una voladura controlada de quien ya se ha convertido en su adversario por ser nada o menos independentista que el original.