Mediocres provocadores
De las mejores cosas que he podido leer el fin de semana cito una entrevista con el viejo y sabio profesor Francisco Rico. Más allá de sus reflexiones sobre literatura, la política española o los cambios sociales que han acontecido, cuando su interlocutor le pregunta sobre la política y el movimiento independentista catalán, el académico minimiza lo que tantas y tantas horas ocupa a los medios de comunicación.
“¿Tiene solución el problema separatista?
Yo creo que sí, que no pasará nada sencillamente porque Cataluña no se puede independizar, porque es una estupidez. Todo el mundo quiere ser independiente y es normal. De mi casa [vive en Sant Cugat del Vallès] al aeropuerto me encuentro con Valldoreix, y de mi casa a la Facultad con Bellaterra, ambas entidades municipales descentralizadas que quieren ser independientes”.
Rico dice que si España es nación de naciones, también Cataluña lo es. Eso y que hoy se folla menos que en los 80. Ah, y él que es uno de los especialistas en El Quijote y Miguel de Cervantes se ríe a calzón quitado de quienes dicen que el autor era un tal Joan Miquel Servent, que escribió su obra original en catalán. Como ven no tiene desperdicio la charla con el filólogo e historiador.
Dicho esto, hay una buena noticia en el horizonte. La política catalana pierde intensidad. Ya se empiezan a somatizar algunos excesos de la euforia soberanista y la refundación de Convergència Democràtica de Catalunya es una buena prueba de ello. Eso y cómo las encuestas que se publican van señalando que las tendencias cambian, a pesar de la insistencia mediática del sector público en mantener vivos sus estandartes.
De entrada, las elecciones en España pasan por delante en interés público sobre los temas menores catalanes. Legislar para que te tumbe una ley el Constitucional también tiene algún riesgo: el principal que se vea la intención de meterte donde no debes y dejar de hacer lo que sí tienes permitido para buscar la confrontación y alimentar el animal del victimismo, como si de un fogonero se tratase. Es lo que ha sucedido con la legislación sobre pobreza energética, que nunca ha sido más que un símbolo para retar a Madrid sobre las competencias catalanas.
Ese equilibrio en la impostura sin que se note también resulta agotador para sus autores. Vean como ahora CDC y ERC van a la greña con los impuestos. Que si hay que subirlos o que si eso no figuraba en el programa. Oriol Junqueras-Francesc Homs en pleno espectáculo de publicidad y pobreza política cortoplacista. A la par que ellos simulan una disensión, el PSC sigue buscando su espacio y sus sillas. Lo único que parece animado de verdad son los confluyentes (que cambiaron el verbo para no utilizar converger), esos nuevos representantes de la izquierda que tienen justo el mismo aire de superioridad moral que tuvieron en el pasado tipos de la talla de Francisco Rico, Jorge Semprún, Manuel Vázquez Montalbán, Jordi Solé Tura u otros a los que lamentablemente no se parecen en casi nada. Ni tan siquiera en su original y creativa capacidad de provocar.