Nuevas derechas y pobres 'ilustrados'
Hace un par de días recibía un correo de un profesor de San Francisco en el que me hablaba de "la vergüenza de América". Se refería a las victorias de Donald Trump en las primarias republicanas, donde los restantes candidatos han acabado por retirarse dejándole como elegido in pectore. Y añadía: "Lo que no podía imaginar era encontrarme con más de un viejo amigo dispuesto a votar por él".
La victoria de Trump en Nueva York probaba que también hacía suyo a parte de un público en el que no escaseaban los licenciados
El académico echaba, así, por tierra la noción de que los seguidores de Trump eran tan solo los miembros de ese país profundo, de clase media baja, y trabajadores empobrecidos, sin formación y fáciles de manipular. Contrariamente, la victoria del magnate en Nueva York probaba que también hacía suyo a parte de un público en el que no escaseaban los licenciados.
Recordé mi última visita a Sausalito, en la bahía de San Francisco, donde en lugar de los hippies de ayer, reunidos en torno a su guru Allan Watts, se encuentra un colectivo de profesionales independientes, artistas, algún que otro actor y productor de Hollywood, el tipo de gente que aquí llaman cool o también bohochic --bohemios de lujo-- y a los que suele gustarles decirse 'de izquierdas'. Me sorprendió que otro de mis viejos amigos --de esos que antaño despotricaban contra todo símbolo de estatus-- me presentara como "una conocida escritora y periodista europea, que ha entrevistado a numerosos jefes de Estado". ¿Por qué no puedes presentarme solo por mi nombre?, me enfadé. "No quiero que crean que eres uno de esos panchitos ilegales que ha llegado en busca de trabajo". ¿Panchitos? Parecía increíble lo rápido que había incorporado el inglés ese término tan despectivo por el que en España se designa al inmigrante latinoamericano. Si se ve claramente que vengo de Europa, me extrañé. ¿Cómo van a confundirme? "Por tu acento. Todo lo español suena igual en inglés". "Entre las multinacionales por un lado y los inmigrantes por el otro han destruido las clases medias de este país. Los unos no existirían sin las otras, que los utilizan para reventar salarios, además de acaparar las ayudas sociales cada vez más mermadas por los recortes".
Todo eso sucedía hace un par de años, cuando la fe en Obama y su reforma sanitaria seguía viva y la reactivación económica se empezaba a notar. Pero no para los que habían caído en el paro de larga duración o las pensiones menos que de subsistencia.
La muy flamante Biblioteca de Sausalito había adquirido a su vez funciones de refugio para más de uno que no tenía para pagar la calefacción y los pintorescos clochards del lugar. Por eso hoy cabe decir que Sausalito alberga la colonia de pobres más ilustrados del mundo. En el propio San Francisco, las cabinas de los cajeros estaban tan disputadas por mendigos --negros y rubios-- como en otros barrios los pisos de lujo, que es la medida del empobrecimiento inexorable al que he asistido como en una serie de fotos fijas, en mis visitas a la ciudad a lo largo de los últimos 30 años.
Sami Nair comparaba el fenómeno Trump con las nuevas derechas europeas y la forma en la que aquel promueve la xenofobia contra el chicano con la islamofobia que crece en Francia
Charlando con Sami Nair en Madrid, el intelectual francés, antiguo eurodiputado, comparaba el fenómeno Trump con las nuevas derechas europeas y la forma en la que aquel promueve la xenofobia contra el chicano con la islamofobia que crece en Francia. Y es que EEUU, con 46 millones de inmigrantes contabilizados en 2013, de los que 13 millones son mexicanos, se ha convertido en el paraíso de la caza al 'otro', preferentemente cuando se le distingue por el color. No en vano, la nutrida clase media, matriz y orgullo de la nación, ha sufrido una caída de casi el 30% de poder adquisitivo en los últimos diez años. Un caladero de votos para Donald Trump. Igual que en Francia, donde hay estudios que sugieren que el voto del Frente Nacional en Francia procede de la llamada 'Francia invisible', ese 60% de franceses de los sectores agrarios y obreros "que se sienten amenazados por los sin papeles y la inseguridad en el mercado laboral", pero también por jóvenes en paro y muchos antiguos votantes de izquierda y licenciados a los que ha golpeado la crisis.
A éste y al otro lado del Atlántico, se trata de nuevos tipos de pobreza que se agravan aunque en términos globales crezca el PIB. Es éste el caldo de cultivo en el que, como sostiene Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique, medran las nuevas derechas: "Mientras las izquierdas europeas consagraban toda su atención a cuestiones societales (divorcio, matrimonio homosexual, derechos de inmigrantes), capas enteras de población trabajadora eran abandonadas a su --mala-- suerte... A esas capas huérfanas, la extrema derecha ha sabido hablarles, identificar sus desdichas y prometerles soluciones".
En defensa de los petits blancs la líder del FN francés, Marine Le Pen, ataca con tanta o más radicalidad que la extrema izquierda el "capitalismo salvaje", "la Europa ultraliberal", los "destrozos de la globalización" y el "imperialismo económico".
Según un informe de BBVA, la crisis ha expulsado a tres millones de españoles de la clase media hasta caer a los niveles más bajos de renta
Es un fenómeno que se universaliza. Y si en nuestro país las nuevas derechas no han logrado aún irrumpir en la escena política con la fuerza con lo que lo están haciendo en toda Europa, según Ramonet, es porque aquí el descontento está siendo canalizado por partidos de izquierda como Podemos o por el independentismo, que absorben buena parte del debate político. Pero también aquí la crisis de "los pobres blanquitos", como les llaman en Francia y Estados Unidos, es una realidad. Según un informe publicado el viernes pasado por el BBVA, la crisis ha expulsado a tres millones de españoles de la clase media hasta caer a los niveles más bajos de renta. Hace una década, casi el 60% de familias estaban consideradas como de clase media, y hoy no son más del 50%. Las causas principales se encuentran en el paro y la precariedad del mercado laboral, como señala el informe. Y la misma Cáritas lleva varios años advirtiendo de la aparición de nuevas formas de pobreza, que afectan especialmente a licenciados en paro o ancianos con la pensión mínima.
En la propia Cataluña, el último informe de Entitats Catalanes d'Acció Social advierte de la caída drástica del poder adquisitivo de las clases medias y de un aumento continuado de la pobreza entre los que tienen estudios superiores, lo que significa pasar de un 4,3% de la población con menos que limitados recursos a comienzos de siglo, al 18,4% en 2015. Y todo ello con el cuadro macro de que el paro de larga duración en el área metropolitana se ha triplicado en la última década. Una evolución en paralelo con lo que el último informe de SOS Racisme califica de crecimiento pandémico de una xenofobia "invisible" o encubierta contra "el de fuera" en general y "el moro" en particular.
Ayer el judio, hoy el inmigrante, olvidando que acaso no es sino el chivo expiatorio de tantas batallas perdidas por la izquierda contra la desregularización del empleo y el desmantelamiento de la sociedad del bienestar. Siempre es más fácil cargar contra el más débil que contra el más fuerte. Lo sabe hasta un chimpancé.