Más cerca de las elecciones
Lo dicen las encuestas publicadas ayer: el PSOE no progresa en intención de voto de los españoles pese al papel nuclear que ha intentado con la investidura de Pedro Sánchez. Podemos retrocede a favor de Izquierda Unida (diríase que el electorado realmente de izquierda prefiere Alberto Garzón a Pablo Iglesias) y el centro derecha formado por PP y Ciudadanos se aproxima a la mayoría absoluta.
Con ese escenario, como se comentó hace tres meses, las elecciones están más cerca que un pacto político. El PSOE se afana en las últimas horas en dejar claro a la parroquia que no han sido ellos sino los exigentes de Podemos los que se han cargado la eventual presidencia de Sánchez. Es cierto que ahora ya sólo un milagro de la política podría dar lugar a ese maldito pacto que nos tiene ocupados desde hace casi 100 días.
El sondeo realizado por DYM para nuestros colegas de El Confidencial es diáfano en sus conclusiones: el panorama político no se mueve en demasía, sino que se matiza levemente. Castiga las actitudes más cerriles de algún nuevo líder y premia las actitudes constructivas, salvo —y eso es bien curioso— la del PSOE.
En Ferraz debe extenderse la desesperación. ¿Qué le pasa al partido socialista para ser incapaz de aglutinar en lo parlamentario o recuperar votantes en lo electoral? ¿Cómo puede ser que el anti-líder Mariano Rajoy pudiera ganar de nuevo unas elecciones tras actuar con el quietismo y la pachorra que le caracteriza? No todo puede atribuirse al orden, a la búsqueda de seguridad y estabilidad, que siempre preside la actuación mayoritaria de la ciudadanía. Tiene que existir algún otro elemento, razones más claras, que los socialistas no encuentran ni los periodistas tampoco sabemos hallar. Lo cierto es que el intento de Sánchez de convertirse en un presidente de consenso del centro izquierda no parece gustar a la ciudadanía a la que se le pregunta qué votaría el 26 de junio si tuviera que regresar a las urnas.
Con este esquizofrénico estado de cosas en la política, la mejor forma de responder a quienes interrogan sobre qué pasará es invocar la proximidad de unas nuevas elecciones. Salvo, claro está, que suceda como pasó en Cataluña, que con nocturnidad, alevosía y premeditación se cargaron al líder del partido principal para mantener el ejercicio del poder a cualquier costa. Fue en el último minuto, como en esos partidos de fútbol o baloncesto en los que un gol o una canasta en tiempo de descuento puede cambiar el signo de una eliminatoria. Así que quizá que vayamos preparándonos para votar, pero sin descartar todavía nada.