Zona Franca

Colau, un animal político

26 enero, 2016 00:00

No es necesario que sea hombre ni que lleve lustros en la cosa pública. Lo ha demostrado la alcaldesa de Barcelona: para ser un animal político, una persona que nace, vive, se reproduce y muere por la política, basta con desearlo de manera fervorosa. Ada Colau lo desea; le pone, que diría un moderno.

El anuncio de que quiere montar una plataforma política con la que terciar en la política catalana no debería sorprender a nadie. Al contrario, hace tiempo que esta mujer demostró que su afición por la interpretación iba a resultar fundamental para la etapa que deseaba a vivir.

Ya pueden prepararse los Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Miquel Iceta y Xavier García Albiol. Aquellos que vienen de la vieja política lo tienen difícil para competir con la alcaldesa de Barcelona.

Y ya verán cómo, a medida que pasen los meses, su inicial radicalismo irá transformándose en una actitud amable y contemporizadora que le permita ganar electoralmente los pocos votos que venían de actitudes más extremistas. El incidente que ha vivido en Ciutat Vella y avanzado en exclusiva por Crónica Global, donde una consejera emigrante le ha plantado cara a la organización, quedará superado en el futuro y la supuesta radicalidad democrática de la formación se convertirá en posibilismo y pragmatismo del bueno. Es lo que tiene gobernar para todos, que mejora, suaviza y edulcora los perfiles con más aristas.

Para ser presidenta de la Generalitat, Colau dejará de ser independentista. Coqueteará, eso sí, con el nacionalismo más extremo hasta que se reduzcan sus aspiraciones o pasen al invernadero. Se trata de amagar sin ser, mostrar sin que se vea o, más claro aún, decir sin sentir.

Son actitudes reservadas para personas con una especial inclinación para la cuestión pública, con una vocación de servicio y de notoriedad social por encima de cualquier tipo de estándar. Colau es una de ellas, un verdadero animal político.