La productora Lavinia Audiovisual ha producido para Discovery+ el documental más destacado hecho hasta ahora sobre la vida del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol y su familia, compuesta por su mujer, Marta Ferrusola, y sus siete hijos. Es la obra que, si aquí existiera una BBC, a la que todos admiran pero nadie imita, tenía que haber producido y emitido TV3, que nunca, excepto un 30 minuts de andar por casa, ha dedicado un documental al político catalán más importante desde la Transición, una figura compleja que incluye su faceta de servidor de Cataluña y de la gobernabilidad de España y su última etapa repleta de escándalos de corrupción.
David Trueba y Jordi Ferrerons han codirigido La Sagrada Familia, que se puede ver completa desde ayer en HBO Max. Estructurado en cuatro capítulos de una hora de duración cada uno, el documental recorre 60 años de la vida de Pujol, sin hagiografías, pero tampoco con sectarismo antipujolista. Expone los hechos con la profundidad que le otorgan unas imágenes de archivo de gran valor –algunas sorprenderán incluso al espectador politizado— y las declaraciones de más de 50 personalidades del mundo político, jurídico y periodístico.
Los acertadísimos títulos de cada capítulo describen muy bien el contenido. El primero se titula En este matrimonio siempre seremos tres, tú, yo y Cataluña y en él se recuerdan los orígenes políticos de Pujol, su lucha antifranquista, la cárcel, el fer país, Banca Catalana y su preparación para ser el primer presidente de la Generalitat tras la provisionalidad de Josep Tarradellas. El segundo –Tranquilo, Jordi, tranquilo— aborda el 23F, la consolidación de los 23 años de reinado –el futbolista Stoichkov le llama desde el balcón del Palau “rey de Cataluña”— y su aportación a los gobiernos de España.
El tercero, titulado Nos han robado Cataluña, incide en la pugna con Pasqual Maragall por los Juegos Olímpicos –con Pujol apoyándolos tras no pocas reticencias y sus hijos haciendo campaña en contra— y se centra también en el “robo” que, según Ferrusola, fue la formación de los gobiernos tripartitos. Y el cuarto –Pero si no tenemos ni cinco— explora todos los episodios de corrupción tras la confesión del 25 de julio de 2014 en la que Pujol reveló que la familia tenía dinero en Andorra desde hacía décadas.
Queda claro en el documental el error garrafal que cometió Pujol con su confesión porque, con la intención de proteger a sus hijos, lo que consiguió fue todo lo contrario, que fueran investigados sus negocios turbios. Otro acierto de la serie es la ausencia de narrador. El relato lo conducen los relevantes personajes entrevistados, desde Felipe González, José María Aznar, Lluís Prenafeta, Miquel Roca, Antoni Fernández Teixidó y Núria de Gispert hasta los fiscales del caso Banca Catalana, numerosos periodistas que han escrito libros sobre Pujol o han seguido su trayectoria, y uno de sus hijos, Josep, entre otros. Un eficaz montaje va encadenando los testimonios, a veces solo frases mínimas, pero que forman un conjunto coherente y clarificador.
“Queríamos una serie que durase y que a lo mejor, dentro de 15 o 20 años, sirviera a la gente para entender una época de España, una época de Cataluña”, ha declarado Trueba. A fe que lo han conseguido, aunque, como dice uno de los periodistas, solo ha salido “la punta del iceberg” en los casos de corrupción, que, por cierto, algunos de los periodistas nacionalistas partidarios de Pujol reconocen en el documental que se sabían, pero nadie hablaba de ellos.
Una de las incógnitas es saber si el patriarca conocía los manejos de sus hijos. Se ha instalado la creencia de que al menos dejó hacer, pero, conociendo su carácter controlador hasta el detalle, como demuestra su intervencionismo en los medios de comunicación públicos, en los de su propiedad y hasta en los que no lo eran, o la certeza de que intervenía hasta en el nombramiento de los directores de los teatros, esta explicación de que solo miró a otro lado es muy benevolente.
Otras incógnitas que siguen en la oscuridad son, por ejemplo, de dónde salió realmente el dinero de Andorra, si solo fue de la deixa (legado o herencia) del padre de Pujol y si la familia se enriqueció con la quiebra de Banca Catalana. Pero no es una insuficiencia del documental porque la justicia tampoco ha podido aclararlo. Por eso al final uno de los periodistas, especializado en los tribunales, recuerda que la justicia aún no se ha pronunciado sobre los casos denunciados en La Sagrada Familia, que, en este sentido, queda tan incompleta como el templo expiatorio.