El clásico de Celia Cruz con el que titulo esta columna se ha hecho carne --¡y vaya carne!-- en las figuras de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. A través de una breve entrevista radiofónica, el beato Junqueras, aparte de sus habituales llamadas a la concordia y al amor universal, ha manifestado su intención de ser presidente de la Generalitat si su partido gana las elecciones de este jueves. De paso, le ha enviado un recado al prófugo Puigdemont diciendo que él es un hombre coherente con sus ideas y sus actos y que por eso está en el trullo. Mientras otros se dan el piro, podría haber añadido, aunque no hacía falta, pues el mensaje es clarísimo: tú en libertad y yo en la trena.

Y es que Junqueras, aunque rebosa amor por todos sus poros, debe estar hasta las narices de que su antiguo jefe dé por hecho que el único resultado razonable de las elecciones sea que él vuelva a ocupar el cargo del que fue cesado. Puchi no se anda con circunloquios: todo lo que no sea reponerle en su sitio es tomar partido por el perverso bloque del 155. Si yo fuese Junqui, enchironado y sin que me dejen ir a misa, le habría cogido una manía tremenda a ese tipo que anda suelto por las calles de Bruselas y dándose garbeos por un bosque cercano. Aquí hemos pringado todos, pensaría yo, pero unos más que otros.

Si yo fuese Junqui, enchironado y sin que me dejen ir a misa, le habría cogido una manía tremenda a ese tipo que anda suelto por las calles de Bruselas y dándose garbeos por un bosque cercano

Gane quien gane, no está claro que ninguno de los dos pueda ser presidente de nada, pues estamos ante un presidiario y un prófugo de la justicia. Y aunque las elecciones les parezcan ilegales a ambos, sus respectivos partidos se han prestado al juego, negándose previamente a repetir la experiencia de Junts pel Sí, señal de que no se aprecian tanto como aparentan. Aceptadas esas reglas del juego, que gane el mejor, ¿no?

Gracias al trullo, además, Junqueras es más consciente de la realidad que Puigdemont, convencido, junto a sus secuaces, de representar al Gobierno catalán en el exilio. La autoridad moral de la que se inviste Puchi no solo es falsa, sino también ofensiva para el beato de Estremera. Ya dijo Mundó en el debate de La Sexta --no enviaron a Marta Rovira porque tiene serios problemas para expresarse en cualquier idioma que no sea el catalán-- que la intención de ERC es hacer presidente a Junqueras. Queda por ver, pues, por quién se inclina el electorado independentista, si por el cesante en libertad o si por el galeote de presidio. No es por parcialidad, pero creo que si votas a Junqueras te caen cinco años de indulgencia plenaria, que no es moco de pavo.