Mitad Cenicienta, mitad Juana de Arco
La aparente fragilidad de Arrimadas se transforma sobre el escenario, donde desprende una fuerza electrizante
18 diciembre, 2017 00:00La oscuridad del recinto, la música a todo volumen y la iluminación discotequera retrotraía a aquellos locales de bailoteo de la Zona Hermética de antaño. La nave del recinto ferial de Hospitalet les ha venido grande para este acto de cierre de campaña. Apenas han logrado arremolinar a unos centenares de seguidores alrededor de un escenario con pasarela incluida tal que si fuera un concierto de Madonna o un desfile de modas. Todo muy de convención yanqui, solo faltaba el confeti. Mientras flameaban las banderas de España y de Cataluña me ha venido a la memoria el acto fundacional de Ciudadanos, en el teatro Tívoli de Barcelona en el año 2006. Fui de los pocos periodistas que dijo algo sobre el evento. Recuerdo --más allá de las monerías insufribles de Boadella-- a una señorita de Lleida que dijo que "eso de las selecciones nacionales deportivas de Cataluña era una chorrada". Y también recuerdo a Arcadi Espada felicitándose porque en aquel acto no había ninguna bandera. Las cosas han cambiado mucho desde entonces.
Gracias a la señora Núria de Gispert, quien tuvo la ocurrencia de enviar a la candidata de vuelta a su Cádiz natal, he tenido la oportunidad de contemplar en acción a los miembros de la chirigota de los carnavales de aquella capital andaluza. A mí no me han provocado ni frío ni calor, aunque reconozco que macerado convenientemente por los caldos de Jerez incluso un tipo como yo podría apreciar su sentido del humor. Tras el número cómico-musical ha hecho su irrupción la candidata. Caminando a través de la pasarela hasta situarse en medio mismo de la platea con andares de top model. Allá en lo alto de aquel pedestal, o de aquel altar para el sacrificio, se apercibía la desproporción de escala entre su diminuta presencia física y las dimensiones espaciales que la rodeaban. Mostraba una fragilidad de muñeca, que daban ganas de arroparla, a modo de lo que sucedía con Eva Perón. Cuando el público aplaudía, ella juntaba las palmas de las manos como si hiciera una súplica. Modosita, pero cuando explica el paso de los tres iniciales diputados a los veinticinco de la pasada legislatura y que "siempre les dijeron que iban a perder, siempre", desprende una fuerza electrizante como si se hubiera apretado el interruptor. O cuando se refiere a la familia: "¿Vamos a tener que llevar pasaporte para ver a nuestros parientes del resto de España?". Ahí toca una terminal sensible de muchísimos catalanes, un tejido de complicidades extremadamente delicado, pura fibra.
Tras ella han actuado unos equilibristas que han efectuado virguerías con unas lianas de color naranja a modo de trapecio. El niño Albert Rivera ha salido al escenario en medio de una música como de La Guerra de las Galaxias, mientras que yo me he dado de bruces con un equipo de la televisión japonesa.