Puede que a los estadounidenses les viniera bien que el británico Graham Greene escribiera su novela El americano imposible, espejo cruel de su peculiar visión del mundo, pero los catalanes no necesitamos otra titulada El catalán impasible porque contamos con un personaje de carne y hueso (más carne que hueso) que encarna a la perfección esa figura. Me refiero al consejero de Interior de la Generalitat, Joan Ignasi Elena (Barcelona, 1968), un tránsfuga del PSC que sintió súbitamente la llamada del terruño y se pasó a ERC, donde enseguida comprobó que se medraba más. Ante cualquier asomo de inquietud de la población catalana por lo que se percibe como un aumento de la inseguridad y la delincuencia, el flemático Elena sostiene que eso es una percepción de cuatro alarmistas que, además, le hacen el juego a la extrema derecha.
Durante los últimos días, hemos tenido tres muertos durante la verbena de San Juan (entre ellos, un pobre tipo que intentaba impedir que robaran a su hermana), dos más (y algunos heridos) en una reyerta en un barrio de Gerona entre clanes gitanos, se está celebrando un juicio contra tres indeseables que prostituían a menores tuteladas por la Generalitat (de cuyo gobierno, aunque sea en funciones, forma parte el señor Elena) y supongo que algún funcionario de prisiones se habrá llevado un sopapo de parte de algún interno porque parece que las cárceles catalanas son Can pixa i rellisca (les aseguro que no pretendo hacerle el juego a la extrema derecha: me baso en mi observación objetiva de los hechos y en las quejas del funcionariado penal). Puede que alguien menos flemático y cachazudo que el señor Elena se hubiese tomado la molestia de salir a decir algo al respecto de todo este sindiós, pero nuestro hombre optó por desaparecer y, pasado un tiempo prudencial, concedió una entrevista radiofónica para decir lo de siempre: que los niveles de delincuencia en Cataluña son equiparables a los de cualquier país de nuestro entorno y que, prácticamente, hay gente que se queja de vicio.
Digo yo que, si como es el caso, te embolsas anualmente algo más de 120.000 euros, lo menos que podrías hacer es tomarte un poco más en serio tu trabajo en vez de verlas venir, dejar que pasen y, si se te mean encima, decir que llueve. Pero esa es exactamente la actitud de nuestro consejero impasible: se le acumulan los cadáveres y las plantaciones de marihuana (con sus preceptivos tiroteos y fiambres), su gobierno es incapaz de proteger a las menores que se supone que tutela, no mueve un dedo para que se aplique la ley de extranjería y podamos librarnos de unos cuantos sujetos peligrosos, oculta (vía los medios de agitación y propaganda del régimen) el origen étnico de los delincuentes para que no le acusen de racista (según TV3, el tiroteo mortal de Gerona fue entre dos grupos familiares indeterminados, como si decir que se trataba de personas de etnia gitana fuese una muestra de gitanofobia, o como se llame: para evitar acusaciones de racismo, se cae directamente en la desinformación).
Aparte de su generoso sueldo, no sé qué es lo que mueve al consejero Elena (reconozco que no es fácil de mover, dado su volumen): ¿el buenismo, la incompetencia, el desinterés por el trabajo que dice que desempeña? Reconozco que no vivimos en el Bronx de la era pre Giuliani, pero todo parece indicar que la delincuencia de todo tipo está creciendo en Cataluña. Sólo en Barcelona, según un informe reciente, se registran 900 robos por cada millón de habitantes, más que duplicando la ratio de Madrid (419 por ciudadano). Y si la población tiene la sensación de que las cosas están empeorando, yo diría que hay que darle explicaciones más convincentes que las que se gasta el señor Elena, según las cuales, somos una pandilla de quejicas que protestamos con la única intención de amargarle la vida y hacer que le siente mal la butifarra amb seques que parece haberse acabado de zampar cada vez que se digna dar la cara (algo que no sucede con mucha frecuencia).
Ya sólo falta que la consejería de Interior nos dé consejos por si nos atracan. Si el responsable es un gitano o un magrebí, nada de especificarlo a la hora de hacer la denuncia, pues eso contribuiría a promover el racismo y hacerle el juego a la extrema derecha. ¿Que la información podría ser de utilidad para la policía a la hora de localizar al chorizo? ¿Y eso a quien le importa? Usted diga que le ha atracado un ente inidentificable y se ahorrará problemas. O mejor no denuncie pues, total, si pillan al mangante, estará en la calle al cabo de una hora e igual le roba por segunda vez, ¡por acusica!
Y a ver si entre todos dejamos de perturbar las digestiones, probablemente pesadas, del señor Elena, nuevo maestro Pangloss para el que vivimos en el mejor de los mundos posibles.