Amigos, he llegado a la triste conclusión de que Carles Puigdemont, el presidente más legítimo de tots els que es fan i es desfan, no me lee. Ese hombre me ignora, pese a la cantidad de artículos que le he dedicado. Yo ya entiendo que los textos dedicados a reírme de él y ponerle de vuelta y media puedan no ser de su agrado, pero ¿y todos los que he escrito dándole útiles consejos y ejerciendo prácticamente de life coach? Vamos a ver, ¿cuántas veces le he dicho que vuelva de una vez y se deje detener, pues esa es la única manera de volver a estar en el candelabro (como decía Sofía Mazagatos)? Yo he intentado, modestamente, auparle a la categoría de héroe nacional, pero él, ni caso: el temor a pasar una sola noche en el calabozo siempre ha sido superior a la sensatez de mis propuestas.

Nuestro hombre lleva comportándose como un gallina from day one (que dirían los americanos), cuando citó a sus secuaces para una reunión a la que no pensaba acudir y se dio ipso facto el piro en dirección a Flandes hecho un "gurrruño" en el maletero de un coche, extremo que niega su principal cheerleader, Pilar Rahola, pero que va a misa para aquel sindicalista sociata que, además, precisó que lo hizo cagao y meao en un mitin de Salvador Illa.

Una vez instalado en Waterloo, empezó a prometer regresos inminentes que nunca acababan produciéndose. Ahora dice que volverá para la sesión de investidura del nuevo presidente de la Generalitat, pero como al bicho de la fábula (¡Que viene el lobo, que viene el lobo!), nadie le cree. Yo no sé cómo considera posible compatibilizar sus aspiraciones a padre de la patria con su realidad de cagueta máximo.

La gente responde a estímulos primarios y gusta de realizarse de manera vicaria con el heroísmo ajeno (o con la autodestrucción de los demás, algo que se ve mucho en el azaroso mundo del rock and roll). A todos los calzonazos del prusés que no hicieron nada para acceder a la tan anhelada independencia les fascinaría que alguien fuese capaz de hacer algo notable al respecto. De ahí, que yo, una vez más, ejerza de life coach y diga: vuelve, Puchi, y conviértete en un héroe, que nadie se ha muerto por pasar unas cuantas noches a la sombra (fíjate en tu odiado beato Junqueras, que se chupó casi cuatro años de talego y salió más orondo y hermoso de lo que entró).

Cuando se ha llegado a una situación del modelo "o César o nada", hace falta valor y venir a la escuela de calor (si se me permite una cita que Cocomocho no entenderá porque no hay quien lo saque de Sopa de Cabra). Si Puchi sigue así, acabará siendo expulsado de Francia por Marine Le Pen y no sé si podrá volver a la Casa de la República (por cierto, ¿sabemos si la ocupa ya un nuevo inquilino o si seguimos pagando el alquiler de la mansión flamenca todos los catalanes a través del presumible fondo de reptiles de la Generalitat?).

El timing para el retorno no puede ser mejor. Por un lado, la generosa amnistía concedida por Pedro Sánchez (en su propio beneficio, pero eso ya es otra historia) parece estar, más o menos, al caer. Por otro, la situación en ERC es un cirio del copón: su detestado beato no puede estar en una posición más desairada y cada día se suma más gente a la carga de los 300 de la que les hablaba el pasado martes (hasta Pere Aragonès ha firmado el manifiesto inspirado por la taimada Marta Rovira); volver ahora sería, definitivamente, la manera de quedarse con todo el colectivo independentista.

Vamos a ver, Puchi, ¿qué puede pasarte si regresas, aparte de cosas buenas para ti, que no tienes un futuro muy brillante allende nuestras fronteras? Pongamos que te detienen: ¡te convertirán en una estrella y volverás a salir en la prensa internacional! Los patriotas se echarán a la calle y, con un poco de suerte, te montan otra batallita de Urquinaona. Desde el trullo, puedes decirles a Rull, Turull & Tururull que le retiren el apoyo a Sánchez, logrando así acelerar la amnistía para ti y toda tu alegre pandilla, pues a nuestro presidente solo le preocupa su sillón (o protegernos del fascismo y del fango, según se mire). Cuando estés entre rejas, el lazismo en pleno se movilizará para hacerte presidente, incluyendo a la CUP y a los de la matamoros de Ripoll. Y en ese momento, ¿cómo resolverá Sánchez la paradoja, digna de Schrödinger, de un presidente de la Generalitat que es asimismo un presidiario?

Créeme, estimado Cocomocho, conoces mejor que yo la idiosincrasia del noble pueblo catalán y debes reconocer que tu única manera de salir de pobre es comportarte, por una vez en tu vida, como un héroe. Sé que no lo harás. Porque no me lees y, sobre todo, porque tu cobardía es legendaria, pero que no se diga que este pobre life coach no hizo todo lo que estaba en sus manos para alegrarte el porvenir.