Una vez muerto el prusés (pese a los esfuerzos por resucitarlo de la preinhabilitada Laura Borràs y otros miembros selectos del Club de Fans de Puchi), resulta lógico que sus derivados seudoperiodísticos audiovisuales vayan plegando velas (o, más bien, que se las plieguen en las narices).
El programa de TV3 Preguntes freqüents (conocido como FAQS) ya ha recibido su sentencia de muerte y de la impresión de aspirar a morir matando, como se deduce del espectáculo lamentable que ofrecieron la semana pasada Pilar Rahola y Willy Toledo, dos energúmenos de nivel cinco a los que hubo que apagarles las luces porque no dejaban de gritarse mutuamente en sus respectivas defensas de Israel y Palestina (yo diría que ganó Rahola a los puntos: puede que acabara de llegarle el sobrecito mensual que le envía el coronel Abramovich del Mossad, una de mis fantasías favoritas, aunque también es verdad que Pilarín grita by default porque le sale del alma, no soporta que le lleven la contraria y está que trina porque últimamente se la quitan de encima en todas partes).
A la presentadora del FAQS, Cristina Puig, tampoco le ha hecho gracia que la pongan de patitas en la calle (¿olvida que el régimen suele cuidar de los suyos?) y está de gira por los digitales subvencionados negando lo innegable, que su programa era pura agitación y propaganda procesista, y comportándose como si a sus colegas no nos hubiesen echado nunca de ninguna parte y la vida estuviera siendo particularmente cruel con ella.
No sé cómo se lo habrá tomado el productor del espacio, Jaume Roures, pero la cosa suena a un nuevo clavo en su ataúd a añadir a los que ya representan el caso Triacom de financiación irregular de los convergentes y los sobornos en América del ínclito Gerard Romy, que tanto han llamado la atención del FBI. Esperemos que no le dé también por presentarse como una víctima de esos tiempos que están cambiando en TV3 y que algo tienen que ver con los que anunciaba Bob Dylan en su célebre himno de los años 60.
Parece que después del FAQS le tocará pringar a Xavier Graset y su Més 3/24, cuya ínfima audiencia no se corresponde con los más de 100.000 euros anuales que se lleva el de la avellana. Y se habla también de cepillarse el Està passant y puede que incluso el Polònia, cuyo problema no es de audiencia, sino de presupuesto, pues le cuesta un pastón a una televisión en la que ya van tiesos de natural (entre otros motivos, porque tienen en nómina al doble de gente de la que necesitan, lo cual, sumado a los emolumentos de las productoras externas, arroja un resultado de ruina constante).
Si a Roures le pueden hacer un roto con la desaparición del FAQS, a Toni Soler me lo pueden crujir con el posible lucro cesante que representaría la muerte de Està passant y Polònia: tengamos presente que entre el 80% y el 90% de los ingresos de su empresa, Minoria Absoluta, proceden de TV3. Son los problemas de trabajar para el régimen: cuando a este ya no le convienes, te da la patada y se queda tan ancho (aunque insisto en que el lazismo siempre ha cuidado de los suyos y algo se le ocurrirá para seguir manteniendo a Soler, a Graset y hasta a Peyu, ese mito del humor rural).
En cualquier caso, todo parece indicar que las cosas están cambiando en TV3. Puede que gracias a la insistencia del PSC. Puede que a que el procesismo ya no da más de sí. Fue bueno mientras duró (para algunos) y ya iba siendo hora de dejar de soplarnos el dinero a todos los catalanes para hacer felices a menos de la mitad. Y todavía está por ver el alcance real de los cambios. De momento, solo se aprecian movimientos en la buena dirección, pero queda por ver en qué se concretan. La jugada entraña sus riesgos: TV3 puede perder a su público fiel y no recuperar al que la ha ido abandonando durante los últimos tiempos. Pero, pase lo que pase, deshacerse de la propaganda lazi constituye una buena noticia para muchos (entre los que me incluyo). Que así sea.