Gracias a los informativos de TV3, uno se entera de cosas que le importan un rábano, pero que resultan muy útiles para internarse en las más profundas simas del (si se me permite el oxímoron) pensamiento lazi. Ejemplo: la Travesía por la Libertad del inefable Turull, esa síntesis perfecta entre Indiana Jones y Forrest Gump. Gracias al TeleNotícies, que cubre cada etapa de la tournée patriótica del amigo Tururull como si se tratara del Tour de France, he podido ver a este santo varón siendo recibido en Manresa por Pere Aragonès, le he oído decir por enésima vez que no se arrepiente de nada y que en cuanto pueda la vuelve a liar o he asistido a su larga marcha secundado por algunos leales (en no sé qué lugar vi que se había sumado su compañero de celda, el gran Rull, pero que lo llevaba un par de metros por detrás, no fuese a escapársele alguno de sus letales cuescos). Supongo que cuando el periplo de Tururull llegue a su fin --tengo curiosidad por ver cómo acaba ese sombrero de paja que luce orgulloso y que tanto recuerda al que solían llevar los pollinos en las viejas postales Escudo de Oro--, TV3 echará el resto y nos ofrecerá un reportaje de campanillas. De momento, esta misma noche, nos tenemos que conformar con un especial sobre el niño barbudo que hace como que preside el gobierno regional y que lleva por título Pere, el president més jove (no es un gran título, pero suena mejor que Pere, el president mes petit), otro de esos remakes de Franco, ese hombre que la nostra lleva dedicando desde hace tiempo al inquilino de turno de la Generalitat.
Donde no llega TV3, florean los diarios del régimen, que vienen también cargados de esas noticias de vital interés para el lazi medio que suelen ser ignoradas por los medios españolistas. Gracias a ellos me he enterado de que una escisión de los CDR ha prendido fuego a unas vetustas banderas de los requetés catalanes, y hasta podrían haberse ciscado en la tumba del general Franco si se me hubiese hecho caso en su momento y se hubiera enterrado al caudillo en la capilla del Tercio de Montserrat. También me he puesto al día sobre el último y fenomenal descubrimiento del Institut Nova Historia, según el cual, Ludwig Van Beethoven tenía una abuela del Maresme llamada Maria Josepa (la famosa yaya Pepita, ocultada hasta ahora por los españoles, como todo el mundo sabe). Y he asistido al berrinche que se ha cogido Laura Borràs porque el perverso estado español la dejó sin los hidroaviones que ella habría pedido a Francia si la hubieran dejado, pero en Madrid consideraron que con enviar once unidades aéreas para apagar el fuego en el Ampurdán íbamos que nos matábamos (insinuación evidente: España disfruta enormemente viendo cómo arde parte de su territorio nacional).
Me dirán ustedes: todo eso no es información, sino un hatajo de chorradas para mantener en alto la moral de las tropas, muy dadas a rondinar y poca cosa más. Y tendrán ustedes razón, pero es que poco más se puede hacer después de ver cómo se las gasta el estado opresor. La vida de Pere Aragonès, evidentemente, no tiene el menor interés. Por mucho que Cuixart y Tururull insistan en que lo volverán a hacer, todos sabemos que no van a hacer nada porque saben que la cosa acabaría igual o peor que la primera vez. Lo de la yaya de Beethoven es una imbecilidad más de Bilbeny y Cucurull. Colocar a la geganta del Pi al frente del parlamentillo solo se hace para chinchar (al igual que poner de vicepresidentillo al siempre mal afeitado Puigneró, que parece un secundario de Los Picapiedra), actividad que ella domina y a la que se entrega con afán y con cierta prisa, pues cualquier día de éstos acabará inhabilitada o en el talego por sus trapisondas para ayudar a los amigotes. Y sí, la gira patriótica de Turull es una charlotada ridícula que solo sirve para demostrar una vez más la funesta influencia en Cataluña del coronel Baden Powell, el creador de los boy scouts.
Si toda esta supuesta información es absurda e inútil, ¿para qué se fabrica? Muy sencillo: para que el lazi medio crea que cada día está más cerca de la independencia. TV3 y la prensa del régimen fabrican placebos inofensivos para el consumo de cebolludos escasamente dispuestos a arriesgar algo por ver cumplido su sueño. De esta manera, nadie se pone en peligro porque ninguna de las actividades descritas puede considerarse ilegal. Una vez digeridas todas ellas, el procesista medio ya puede ir a la playa, hincharse a gambas y hacer la siesta tranquilamente, quedándole el resto de la tarde y parte de la noche para consagrarse a su ocupación favorita: rondinar (refunfuñar). Sí, le han chapado el FAQS hasta septiembre, pero si administra bien en su sesera las imágenes de Pilar Rahola haciendo la croqueta sobre la hierba de un camping en el último programa de la temporada, yo creo que le pueden dar para todo el verano.