Ayer fue un día de multas a granel para los héroes de la república que no existe, idiotas. Al sujeto que hace como que preside la Generalitat le cayeron tres, por un total de 8500 euros. TV3 tuvo algo más de suerte y solo le zumbaron 1.200 euros por uno de sus habituales programas de intoxicación sociopolítica. Todas las multas son por haber hecho lo de costumbre, pero en período electoral, momento en el que se suele pedir a los políticos con mando en plaza que se abstengan de practicar el autobombo temporalmente, ya que en cuanto pasen las elecciones de turno, podrán seguir haciéndolo sin problema alguno. Parece que ni TV3 ni Torra entienden esas sutilezas del período electoral y que consideran que seguir dando la chapa cuando no toca es propio de la libertad de expresión. De ahí que convenga recordarles cómo funcionan las cosas de un modo que cualquiera puede entender: sacándoles los cuartos.
Torra ha dicho que no piensa pagar porque su libertad de expresión es sagrada, y toda su alegre muchachada digital ha reaccionado con bravos y hurras, como si de verdad le fuese posible no apoquinar. De hecho, lo único que puede hacer nuestro lamentable conducator es, como un automovilista cualquiera pillado en un renuncio, recurrir la multa, a ver si en alguna instancia judicial dicen que no procede. Si no lo consigue, tendrá que aflojar la mosca se ponga como se ponga. Igual que TV3. Evidentemente, siempre puede recurrir a un crowdfunding patriótico para lograr que otros paguen por sus actividades como bocachancla, pero ese terreno está controlado de momento por el Astut Mas, que ya ha sugerido la posibilidad -bueno, prácticamente la obligación moral- de que sus compatriotas le pasen pasta para evitar que le embarguen definitivamente el piso de la calle Tuset y el apartamento de Menorca. Una vez más, uno se pregunta qué hizo este hombre con los monises que debió apandar en los buenos viejos tiempos del 3%, en qué los despilfarró sin pensar en que le podrían ser útiles en un futuro próximo. Mas ha tenido el cuajo de decir que ese dinero que pide es en realidad un dinero que el pueblo catalán le debe, pues no le parece justo que, entre todos los partidarios de la independencia, sea precisamente él a quien le soplan el patrimonio. Y es que, ¿de qué le sirve al Astut que se le acabe la inhabilitación en febrero de 2020, si se ve obligado a llegar a esa fecha sin un techo sobre su cabeza?
Se comenta que el Astut aspira a montarse un chiringuito con lo que quede de la antigua Convergencia cuando se hagan (aún más) evidentes la incompetencia de Torra y la insania mental de Puigdemont. Lo que ya no se sabe es si llegará a tiempo de salvar algo antes de que ERC le dé la puntilla al PDeCat, a Junts x Puchi o a como demonios se llamen entonces los convergentes: ya pueden éstos insultar sin tasa a Junqueras y a Rufián y sacar cada día en TV3 a Cotarelo, que en la postconvergencia huele a muerto y yo no he sido, como decían Martes y Trece.