Pablemos, el plurinacional
Algunas iniciativas políticas tienen la rara habilidad de suscitar en su contra la unanimidad de fuerzas claramente opuestas. Fijémonos en Pablo Iglesias y su pretendido 'Ministerio de la Plurinacionalidad', que ya le ha ofrecido a Xavier Domènech. Recuerda la famosa frase de Groucho Marx: "No tengo nada, pero quédate con la mitad". Pero igual es normal en un tipo que reparte ministerios --y se reserva la vicepresidencia-- de un gobierno que solo existe en su imaginación. Lo de la plurinacionalidad es, claramente, su manera de agradecerles los servicios prestados a los separatistas de toda España, gracias a los cuales incrementó de forma exponencial su número de votantes; pero el tiro le ha salido por la culata, a tenor de lo que opinan de su flamante ministerio los representantes del sector pata negra del soberanismo catalán, que coinciden con los unionistas a la hora de considerarlo una soberana (e inútil) memez.
Si no lo he entendido mal, naciones, lo que se dice naciones, en el malvado Estado español solo hay dos y media: Cataluña, Euskadi y Galicia
Por lo que he podido leer en la prensa del Régimen, el ministerio de marras no es más que una nueva versión del café para todos de Alfonso Guerra, un nuevo intento español por basurearnos a los catalanes y ponernos al mismo nivel que a cualquier otra autonomía de medio pelo. El concepto de plurinacionalidad de nuestros independentistas es, como todos los suyos, muy peculiar. Si no lo he entendido mal, naciones, lo que se dice naciones, en el malvado Estado español solo hay dos y media: Cataluña, Euskadi y Galicia. El resto del país es una masa informe de pusilánimes castellanizados que no tienen lengua propia, ni derechos históricos ni nada de nada. Y el ministerio de Pablemos es, por consiguiente, una engañifa y un nuevo intento español de diluirnos en un magma repugnante.
A los que no estamos por la independencia, el ministerio en cuestión también se nos antoja una estupidez: todos los países son plurinacionales, todos están hechos a trozos, en todos conviven gentes muy diferentes y en todos, a fin de cuentas, cada uno es de su padre y de su madre. Lo mismo pasa en las ciudades, construidas en base a la unión de barrios que antes fueron pueblos o villorrios. No hay país más plurinacional que Estados Unidos y a nadie se le ha ocurrido la idea de crear un ministerio semejante.
Pablemos ya se ve de presidente del Gobierno y está dispuesto a pactar con quien sea para lograrlo, por lo que es de temer que se multipliquen sus ocurrencias. Y a Ada Colau siempre le parecerán estupendas, pues no en vano están cortados ambos por el mismo patrón: para lograr tus objetivos, no hay como disfrazar de amor al pueblo la ambición personal.