El confinamiento domiciliario por la pandemia del Covid-19 tendrá efectos sociales y económicos duraderos de gran magnitud, por lo que es lógico que se quiera volver al trabajo con la mayor brevedad posible. Sin embargo, la reciente propuesta del Gobierno de iniciar la vuelta al trabajo de algunos sectores no considerados esenciales está provocando reacciones de inseguridad e inquietud en la ciudadanía y en algunos grupos políticos por temor a que se pueda producir un rebrote de la pandemia. Por este motivo, se ha sugerido la continuidad del confinamiento, aunque sin aportar argumentos fundamentados.

La pandemia del Covid-19 continúa expandiéndose a nivel mundial, con más de dos millones de personas se han contagiado, de los cuales más de 137.000 han fallecido. En España, los casos de contagios confirmados ascienden a más de 213.024 y el de fallecidos a 22.157. Estas cifras se refieren al número de personas detectadas como infectadas, pero el número real de infectados es seguramente muy superior.

El número de infectados se puede estimar utilizando varias técnicas estadísticas, aunque es difícil conocer con exactitud, debido a que las pruebas diagnósticas del virus se han realizado casi exclusivamente en pacientes graves y en personas vulnerables con síntomas respiratorios. La precisión de estas estimaciones depende de las técnicas y la fiabilidad de los datos utilizados para el cálculo, lo que puede conducir a errores si no se utilizan las herramientas adecuadas. Un informe reciente del Imperial College de Londres estima que, a fecha de 28/3/2020, un 15% de la población española estaría infectada por el Covid-19, que representa unos 6 millones de personas infectadas, aunque la horquilla del intervalo de confianza varía ampliamente entre 1,8 y 19 millones con una probabilidad del 95%.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido reiteradamente en la importancia de realizar pruebas diagnósticas al mayor número de personas posible, no solamente de aquellas con síntomas graves, para tener un mayor conocimiento y mejor control de la pandemia. Es entendible que en España, siguiendo las recomendaciones del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), se hayan priorizado las pruebas diagnósticas en pacientes graves y en personas vulnerables al inicio de la fase de infectación al no disponer de cantidad suficiente de las mismas.

Sin embargo, la disponibilidad de las pruebas tanto diagnósticas (detección de la presencia del virus) como inmunológicas (detección de la inmunidad frente al virus) ha mejorado en España y, recientemente el Gobierno, a través de la directora del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), ha anunciado que el Ministerio de Sanidad junto a otras entidades estaban trabajando para realizar un estudio de pruebas rápidas, supuestamente inmunológicas, para conocer el número de personas inmunizadas frente al Covid-19.

Esta es una buena iniciativa que ayudará a construir un mapa epidemiológico más acertado de afectación de la población, aunque este tipo de pruebas no identificará a las personas infectadas, portadoras del virus, que pueden continuar contagiando. En la declaración de prensa, la directora del CCAES tampoco explicaba si las pruebas inmunológicas se utilizarían para identificar a las personas candidatas a terminar el aislamiento y volver al trabajo. 

Es previsible que haya un gran número de personas que no sepan que están infectadas y ello contribuiría a propagar la infección. La capacidad para realizar tanto pruebas diagnósticas como inmunológicas a gran escala ha mejorado, lo que sin duda sera de gran ayuda en el manejo sanitario de los afectados y a desescalar el confinamiento. Evidentemente, la seguridad de las personas es la máxima prioridad, aunque una pronta vuelta al trabajo y la reactivación económica son también de gran importancia. Por tanto, un desescalamiento sin tomar las medidas apropiadas para contener la propagación del virus podría tener consecuencias nefastas si se produce un rebrote de la infección.

Es deseable, pues, que la finalización del aislamiento y la vuelta al trabajo se produzca de forma gradual tras la realización de las pruebas de diagnóstico (PCR – determina si la persona está infectada y es susceptible de propagar el virus) e inmunológicas (detección de anticuerpos que implica que la persona ha pasado la infección y que está protegida) pertinentes. El resultado de estas pruebas determinaría el tipo de actitud que se habría de adoptar en cada caso como se indica a continuación:

Si la PCR y las pruebas inmunológicas son negativas, el sujeto no está infectado y tampoco tiene protección contra el Covid-19. Estas personas deberán seguir respetando las medidas de aislamiento hasta el control de la pandemia, esto es, cuando la tasa de reproducción (número promedio de nuevas infecciones asociadas con 1 persona infectada) del virus sea <1.

Si la PCR es positiva pero las pruebas inmunológicas son negativas, el sujeto está infectado, es susceptible de propagar la infección y no ha desarrollado immunidad que le proteja del virus. Estas personas habrán de permanecer aisladas y debidamente controladas sanitariamente.

Si la PCR es negativa y las pruebas inmunológicas son positivas, el sujeto ya ha pasado la infección, no es portador y ha desarrollado immunidad que le protege, y, por tanto, puede abandonar el aislamiento y volver al trabajo.

Si ambas pruebas, PCR e inmunológicas, son positivas, el sujeto ha desarrollado immunidad pero aún es portador del virus. Habitualmente, una persona que ha pasado la infección debería poseer anticuerpos en sangre y, al estar inmunizada, haber eliminado la presencia del virus. Sin embargo, en algunos casos se han descrito reinfecciones, lo que hace pensar que estas personas continuaban siendo portadoras del virus.

Otra posibilidad es que a pesar de haber pasado la infección estas personas no hubieran desarrollado suficiente inmunidad y que se hubiesen reinfectado por un tercero. Un estudio reciente en pacientes hospitalizados en los cuales se realizó control viral e inmunológico, el virus fue capaz de inducer la producción de anticuerpos IgM e IgG sin que la proliferación viral se viera afectada, lo que sugiere una falta de eficacia en la eliminación temprana del virus (Wolfel R, Corman VM, Guggemos W, et al. Virological assessment of hospitalized patients with COVID-2019. Nature. 2020 Apr 1. Doi: 10.1038/s41586-020-2196-x). En todo caso, y a pesar de la menor posibilidad de encontrar personas que den positivo a ambas pruebas, estas deberán permanecer aisladas hasta que una nueva prueba de PCR sea negativa, eliminando de esta forma la posibilidad de que actúen como propagadoras del virus.

Si se consideran las estimaciones del Imperial College de Londres de que el 15% de la población española estaría infectada por el Covid-19, podría haber unos 6 millones de personas inmunizadas con posibilidad de abandonar el confinamiento e incorporarse al trabajo.

Pero los modelos epidemiológicos no son “bolas de cristal”, y no es possible conocer si hay suficientes portadores asintomáticos que pueden reiniciar otro ciclo infeccioso. Sólo la realización de las pruebas diagnósticas e inmunológicas a gran escala permitirá obtener un mapa epidemiológico ajustado a la realidad, lo que facilitará aplicar las acciones más adecuadas para el control de la pandemia.

Aún desconocemos muchos aspectos sobre el Covid-19, incluida la reacción inmunológica que produce, y las medidas de desescalamiento han de apoyarse en la evidencia científica que poseemos y podamos obtener, lo que disminuirá la posibilidad de cometer errores. Es obvio que, independientemente del resultado de las pruebas, las medidas preventivas de propagación del Covid-19 de carácter general deberán continuar aplicándose hasta el completo control de la infección.

Las personas asintomáticas pueden ser tan contagiosas como aquellas que manifiestan síntomas y, por tanto, en estos momentos, el afán debe dirigirse a la realización de las pruebas diagnósticas e inmunológicas. El coste económico de hacer estas pruebas es probablemente muy inferior al coste que supondría una continuación del aislamiento de forma indiscriminada para todos los ciudadanos. Por otro lado, un desescalamiento ciego, sin realizar las pruebas mencionadas, podría producir un rebrote de la infección con graves consecuencias para la salud de las personas, para la sociedad en su conjunto y también para la economía.