Pensamiento

Corrupción putrefacta y explosiva

22 mayo, 2016 00:01

El levantamiento del secreto sumarial sobre el caso Púnica pone al descubierto una retahíla demoledora de delitos e irregularidades. Se trata de una trama de corrupción al por mayor en la que están implicados los cabecillas de numerosos ayuntamientos de la periferia de Madrid.

La colección de mangancias descrita por el soplón arrepentido pone los pelos de punta

Dos son los protagonistas principales, los auténticos capos de este contubernio de tintes claramente mafiosos. Uno es Francisco Granados, que fue alcalde de Valdemoro y luego consejero de la Comunidad de Madrid a las órdenes de Esperanza Aguirre. El otro es David Marjaliza, promotor y constructor de Valdemoro.

Granados está en prisión preventiva desde hace año y medio. Marjaliza también pasó una temporada a la sombra, hasta que un buen día decidió tirar de la manta y confesó ante el juez los pormenores del embrollo.

La mayoría de los investigados (antes se les llamaba imputados) pertenecen al PP. Pero la conspiración también se extiende a algunos pesos pesados del PSOE madrileño, como Tomás Gómez, ex alcalde de Parla y candidato socialista en las elecciones autonómicas de 2011.

El estriptís de Marjaliza ante el magistrado se prolongó durante más de trece horas. Sus revelaciones se han hecho públicas con todo detalle esta semana. Reflejan una concatenación pavorosa de fechorías. La lista va desde el cobro de comisiones a destajo por recalificaciones de terrenos o por la construcción de escuelas y pisos de protección oficial, hasta el amaño generalizado de concursos públicos y la evasión y blanqueo de capitales, pasando por nepotismos y amiguismos desvergonzados, amén de sobornos a funcionarios y políticos.

La colección de mangancias descrita por el soplón arrepentido pone los pelos de punta. Semeja increíble que esa tropa de malhechores haya podido actuar con absoluta impunidad y durante un periodo tan dilatado.

Trinques sin freno

A mi juicio, el asunto es doblemente grave. De un lado, porque destapa la existencia de una banda criminal organizada que se ha movido con completa libertad durante varios lustros. Y de otro, porque pone de manifiesto la contumaz tarea de eliminación de los controles administrativos que de antiguo existían en el seno de las corporaciones locales. Sin esas fiscalizaciones es inconcebible que se pudieran perpetrar tales latrocinios de forma tan generalizada y descarada.

Lo ocurrido pone de manifiesto la contumaz tarea de eliminación de los controles administrativos que de antiguo existían en el seno de las corporaciones locales

El escándalo Púnica es uno de los últimos grandes brotes de podredumbre que sale a la luz, pero no es el único. Como todo el mundo puede imaginarse, los municipios de los alrededores de Madrid no son un compartimento estanco y aislado.

El bloqueo o laxitud de los mecanismos de intervención en los consistorios de Madrid es extensible a muchos otros del resto de España. Ahí está por ejemplo el inefable Manuel Bustos, alcalde de Sabadell entre 1999 y 2013, a quien sus propios compañeros de partido motejaban "el capo". Este personaje, de formación muy limitada, transformó el consistorio vallesano en algo bastante parecido al puerto de arrebatacapas. Lo mismo hizo con la Federación de Municipios de Cataluña, liderada por él largo tiempo.

Hay otros muchos episodios similares a lo largo y ancho de la piel de toro. Las generalizaciones son injustas. Pero al españolito de a pie nadie le quita la sensación de que ámbitos considerables de la política están trufados de una legión de cleptómanos que se dedican en cuerpo y alma a su rápido enriquecimiento personal, a costa del atropellado contribuyente. Así nos luce el pelo.