Pensamiento

Bye, Trump, adiós para siempre

20 enero, 2021 00:00

Es la única buena noticia del pasado año. Perdemos de vista, espero que para siempre, a Donald Trump. Es un personaje narcisista, egoísta, misógino, ruin y mala persona. No es tonto. Es millonario, aunque también es verdad que nació con una industria bajo el brazo.

También es racista, pero es una herencia paterna porque era dueño de una constructora de Nueva York que nunca vendió un piso a un negro, o tal vez es que en ese tiempo no había ningún negro rico. El racismo es un pecado imperdonable.

Lo único que no me gusta es que lo hayan vetado las grandes redes sociales, porque denuncia que no existe libertad de expresión en la más antigua república del mundo. Hay quien dice que es un fascista, tampoco lo creo. Sí es un populista que pasa de todo y  que se burla de sus votantes diciendo que le han robado el poder. Es impensable que un líder europeo dijera esa majadería. Es un niñato que no sabe perder.

No le encuentro ninguna virtud, sino la seguridad que tiene en sí mismo. Me gusta tan poco como Nixon. Aquel presidente y éste se merecen el carbón que les llega con los Reyes, en la vergonzosa invasión del 6 de enero.

Nunca me han gustado los norteamericanos porque, orgullosos, sólo se miran el ombligo. Todo el mundo ama la tierra donde ha nacido. Es su madre, su amor natural, nadie emigra si no es pensando en el futuro de los hijos. Eso siempre ha pasado. Ahora más, porque el mundo es más global gracias a las comunicaciones.

Winston Churchill, después de llegar de Paris, contestó a un periodista inglés sobre Francia. Socarronamente le contestó que "desgraciadamente" no conocía "a todos los franceses". Como a la mayoría de los británicos, no les gustaban los franceses. De ahí el Brexit. A mi tampoco me gustan los norteamericanos. Sé que una mayoría de personas son buena gente, como la mayoría de todos los pueblos.

Lo único que siento es que la victoria del demócrata, que parece buena persona y tiene mejores intenciones, no obedece a sus méritos, como Obama, ni a la chulería de Trump, sino a la pandemia que afecta al orbe sin distinción de estados.

Pensar que casi 63 millones de personas le han votado merece que se diga que es una sociedad desarrollada, pero salvaje. Recuerdo que hace unos quince años unos navarros de la familia nos dijeron que un norteamericano había sido cogido por el asta de un toro en un encierro. Le dijo a la Cruz Roja que no lo llevarán al Hospital Universitario de Pamplona, y los socorristas le preguntaron porque decía esa tontería, y les contestó que no podían pagar. Le dijeron que en España no se tenía que pagar.

Bye, Trump, adiós para siempre.