Pensamiento

Borrell vs. Junqueras: KO en dos asaltos

24 junio, 2016 00:00

Bienvenidos al Campeonato Mundial de Regiones por la Independencia, una emocionante velada pugilística retransmitida por 8TV desde el Madison Square Garden de Nueva York. A la derecha del cuadrilátero, Josep Borrell, peso ligero, botifler de apellido ancestral, luciendo calzón negro y albornoz con la máxima “Cuéntame cuentos pero no me mientas con las cuentas”. A su izquierda, con sonrisa ufana, el peso superpesado Oriol Junqueras, vicepresidente de Cataluña, ajustándose el calzón estelado y luciendo la máxima “O me dejáis hacer la independencia o aguanto la respiración y a la UE vais”. Arbitra el combate Josep Cuní, célebre por su inconmovible actitud en combates a sang i fetge.

Con un asombroso juego de piernas, guardia alta y sin despeinarse, el renegado púgil catalán al servicio de la pérfida España propina varios 'crochet' laterales al macilento economista

Suena la campana. Primer round. Los contendientes se encuentran en el centro del ring. Borrell lanza varios jab de tanteo, con la izquierda, recordando al ojiplático aspirante que la independencia les dejará fuera de la UE. Junqueras se cubre el rostro y espeta: “Todas las interpretaciones son plausibles, pero la UE será pragmática, como en el caso de las Repúblicas Bálticas y bla, bla, bla”. Borrell acorta distancia y le endilga un primer cross, directo al bazo: “La Comisión de las Regiones de la UE, y Cataluña es eso, una región, se reafirma en lo mil veces dicho: si te independizas, ponte a la cola y llama a la puerta, tontolaba”. Junqueras rezonga airado dando golpes a ciegas, en plan Polifemo desencadenado: “¿Región, dices? ¡Cagüen todo lo que veo: somos nación milenaria, y la UE nos rendirá pleitesía!”.

Con un asombroso juego de piernas, guardia alta y sin despeinarse, el renegado púgil catalán al servicio de la pérfida España propina varios crochet laterales al macilento economista, que opta por aguantar la tunda tras sus guantes, mientras es acribillado con un discurso sobre la mezquina similitud entre el Brexit y el independentismo: “¿Os queréis ir porque pagáis mucho, os roban la pasta, dependéis de tribunales superiores y solos os iría mejor, eh?”. Junqueras responde crispado: “¡Es la voluntad de un poble, esto no va de dinero, cultura o lengua; somos multiculturales, tenemos a ex tupamaros y a nietos de aceituneros de Jaén en nuestras listas, amamos a España, seremos hermanos en el futuro... buen rollito, brother!”.

Saved by the bell. Junqueras se desparrama en su taburete, refrescado por Tardà y Rufián. Aún no ha normalizado su respiración cuando la campana vuelve a sonar...

Borrell, a saltitos, llega raudo hasta Oriol, y sin la más mínima cortesía, pero amb un somriure, le asesta varios cross festivos y otros tantos crochets inclusivos: “¿Por qué crispas a los catalanes con el bulo del 4% de solidaridad máxima entre landers alemanes? ¡Falso! ¡No hay tope, ni balanzas fiscales en Alemania! ¿Por qué mientes con alevosía? ¡Aquí están las cuentas de tu antecesor en la GenCat! ¿16.000 millones robados en cada ejercicio? ¡Maldito bellaco!”. Y así, golpe tras golpe, el peso ligero español va arrinconando al campeón catalán contra las cuerdas, sin dejar de castigarle el costado, ajeno a sus gemidos y excusas: “¡Por Dios, basta, basta, yo no sé si el agravio es mucho, poco, irrelevante o brutal! ¡No lo sé, pero somos un poble, eh, tenemos Derecho a Decidir; yo no dije lo que dices que dije, siempre digo lo que supongo quieren oír!”.

"¡Por Dios, basta, basta, yo no sé si el agravio es mucho, poco, irrelevante o brutal! ¡No lo sé, pero somos un poble, eh, tenemos Derecho a Decidir!"

Con una serie de tremendos uppercut al hígado y al mentón, en los que Borrell le hace tragar sus mentiras sobre la falsa financiación del BCE al Estado y los intereses del FLA aplicados a Cataluña, sin incremento alguno, Junqueras se desploma de bruces sobre la lona. Josep Cuní empieza a contar: 10... 9... 8... mientras Borrell exige al vencido que se deje de mentiras, de DUI, de DIU, de RUI, de parar la economía y de envenenar la vida y el corazón de los ciudadanos. Cuatro camilleros, al borde de la hernia inguinal, cargan a Junqueras en unas parihuelas y lo sacan del ring. Se lo llevan mientras él, al borde de la inconsciencia, delira: “Fuera de España controlaremos mejor el caudal del agua del Ebro en el delta; la normativa internacional está de nuestra parte, os doblegaremos. Somos un poble, es cuestión de fe, créanme, dije lo que dije, pero donde dije digo, digo Diego, o lo que haga falta... ¿Por qué no nos dejan hacer lo que nos salga democráticamente de los huevos? ¡Verge de Montserrat, creo que voy a llorar!”.

Y dicen las malas lenguas, que a altas horas de la madrugada, Mas y Puigdemont fueron vistos saliendo de una casa de apuestas, cargando bolsas repletas de dinero. Habían apostado, como buenos catalanes independentistas, por el botifler español.