Los bancos cotizados en el Ibex madrugan cada vez más a la hora de exhibir sus logros anuales ante los medios de comunicación. En esta oportunidad, Bankinter y Bankia fueron los adelantados. A ellos se han unido en el curso de la presente semana los grandes del sector, a saber, Santander, BBVA, Caixabank y Sabadell. Los cuatro convocaron a los periodistas en días sucesivos para dar cuenta de sus magnitudes económicas y analizar los acontecimientos más destacados del ejercicio.

El primero en comparecer fue el Santander, liderado por Ana Botín. Lo hizo el miércoles en su imponente complejo de Boadilla del Monte, a pocos kilómetros de Madrid. El beneficio neto sube casi un 7% y roza los 6.620 millones de euros. El balance alcanza los 1,4 billones. El capital se reparte entre más de 4 millones de accionistas. La plantilla se compone de 200.000 empleados. Gestiona una tentacular red de 13.700 oficinas.

El Santander tiene presencia en una decena de mercados, entre ellos EEUU, Brasil, Reino Unido, México y Argentina. Esta extraordinaria ramificación le propulsa a la categoría de banco global. De hecho, el negocio en España apenas supone la sexta parte de los excedentes que genera en todo el mundo. Brasil es el mercado más ubérrimo; le proporcionó un lucro de 2.544 millones. Le sigue Reino Unido, con 1.500 millones y en tercer lugar España, con casi 1.200.

Al día siguiente, jueves, le tocó el turno a BBVA, encabezado por el incombustible Francisco González. Sus resultados netos se hallan a gran distancia de los del Santander. Se cifran en 3.519 millones, que equivalen a algo más de la mitad de los que obtuvo su colega cántabro.

La gran banca española navega con las velas desplegadas. La inmensa masa de inversores poseedores de títulos de los cuatro gigantes está de enhorabuena

González ha cambiado los estatutos del banco en varias ocasiones para prolongar la edad de jubilación de sus consejeros. Ahora está fijada en 75 años. Gracias a esa medida, ha podido perpetuarse en el puente de mando hasta hoy. El año que viene cumple la edad de retiro. Ya ha anunciado que por fin cesará, sin más prórrogas.

No deja de llamar la atención que este veterano directivo empuñe todavía la batuta de una de las mayores corporaciones empresariales del país. Su pervivencia contrasta con el gasto de 3.500 millones que el banco aplicó durante la última década a prejubilar a millares de empleados que apenas rebasaban los 50 años.

González, agente de cambio y bolsa, fue nombrado mandamás del banco público Argentaria en 1996, tras la primera victoria electoral de José María Aznar, gracias al dedazo del hoy apestado Rodrigo Rato.

Luego, Argentaria se fusionó con Banco Bilbao Vizcaya y surgió BBVA al filo del cambio de milenio. González, copresidente del coloso, aprovechó el escándalo de unas cuentas secretas de BBV en el paraíso fiscal de Jersey para desembarazarse de la entera cúpula vasca del banco. Desde que ostenta la jefatura única de la casa, el caballero se ha embolsado la nadería de 150 millones de euros en sueldos y otras gabelas.

Cuando González se alzó al rango de supremo preboste en 2002, el BBVA lucía una capitalización de 29.500 millones de euros. Santander contaba a la sazón con 31.400 millones. Dieciséis años después, BBVA vale en bolsa 47.400 millones y el Santander, 88.400. Dicho con otras palabras, mientras el feudo de los Botín ha acrecentado su valor en un 180%, el banco bilbaíno se ha limitado a un 60%, o sea, a la tercera parte. Este dato condensa como ningún otro la infecunda gestión de su primer comandante.

Tras Santander y BBVA, el viernes divulgaron sus cuentas Caixabank y Sabadell. Como se sabe, el pasado octubre ambas entidades abandonaron en circunstancias dramáticas sus lares catalanes y reubicaron sus sedes sociales respectivas en Valencia y en Alicante.

Los máximos representantes de Caixabank y Sabadell coincidieron en que no entra en sus planes volver a aposentar su cuartel general en Cataluña

Así, pues, Caixabank congregó a los medios en la capital levantina. Reveló que sus ganancias han subido un 61% y suman 1.684 millones. Se trata de las mayores utilidades que la casa registra en su centenaria historia. El incremento se debe sobre todo a la favorable evolución de las actividades en España.

En cuanto al Sabadell, curiosamente la reunión informativa no tuvo lugar en Alicante, sino en Madrid, donde el presidente del consejo José Oliu ha establecido hace poco su gabinete de forma permanente. El provecho del año asciende a 801 millones, tras experimentar una subida del 12%.

Por cierto, los máximos representantes de Caixabank y Sabadell coincidieron en un punto clave. Reafirmaron que no entra en sus planes volver a aposentar su cuartel general en Cataluña. Este tipo de viajes societarios suele tener billete de ida, pero no de vuelta.

De los datos numéricos transcritos se desprende que la gran banca española navega con las velas desplegadas. La inmensa masa de inversores poseedores de títulos de los cuatro gigantes está de enhorabuena. La progresión de los superávits les proporcionará mayores dividendos.

Semejante situación tiene una pega. El enorme volumen del lucro amasado por el ramo obedece a la irreprimible propensión de las amadísimas instituciones financieras a exprimir a la clientela hasta la última gota de la pulpa de sus peculios. Pero en todo caso, la banca disfruta de una buena salud. Mejor que así sea. La experiencia demuestra que si zozobra, son también los ciudadanos de a pie quienes acaban pagando los platos rotos.