Ha parecido a los observadores imparciales que en los últimos movimientos de Pablo Iglesias, siendo en principio audaces y disruptivos, ha faltado un poco de compromiso verdadero con la libertad de los presos políticos. Ha visitado en la cárcel a algunos de los golpistas, ha conversado con ellos, allí, en el servicio de psiquiatría de la prisión, durante un par de horas, ha reclamado su liberación, pues al fin y al cabo no han hecho nada malo… Pero luego, en vez de quedarse dentro, con ellos, en señal de solidaridad, por lo menos a pasar la noche, que es el mínimo gesto que esperábamos todos de él, el líder progresista se ha vuelto en tren a Madrid

…Y de Madrid, en coche a casa, a su flamante chalet de la Navata --ese chalet de estilo rústico, con una superficie de 268m² construidos, en una parcela de 2.352 m², ubicado en un privilegiado emplazamiento que linda con el Parque Natural de la Cuenca Alta del Guadarrama--. Allí ha saludado a los polis de guardia, ha cruzado el jardín, que ofrece un aspecto misterioso y un poco nostálgico a esa hora del anochecer, ha constatado que el agua de la piscina, donde se refleja la luna, no está tan limpia como debiera.

--De todo me tengo que encargar yo.

Luego, ya en el interior del chalet, le ha dado dos besos a su querida Irene, que estaba en el salón, planchando ropa y siguiendo las noticias por la tele. Pablo le ha preguntado qué tal el día y por qué no ha encendido la chimenea.

--Aún hace calor para eso. ¿qué tal te ha ido?

-- Buf, un día muy intenso. Hablado todo el rato. Vengo cansadísimo. Y con un hambre…

--Pues la cena aún no está lista. ¿Quieres una Mahou mientras esperas?

--Y unas patatillas, si hay.

Repantigado en el sofá, mientras se tomaba la Mahou, Pablo ha dicho:

--Durante el viaje a Lledoners he tenido mucho tiempo para pensar. Como me han puesto en el vagón Silencio, ¿sabes?...

--Claro, cariño. El vagón silencio va muy bien para pensar. Y seguro que durante el trayecto se te ha ocurrido alguna idea de las tuyas para asaltar los cielos --le ha dicho Irene en un tono maternal, como  si dijese “si es que eres monísimo”--.

--Bueno, sí --ha dicho Pablo, frunciendo el ceño como suele hacer para subrayar que está pensando cosas de extrema gravedad e importancia-- verás: se me ha ocurrido que cuando sea presidenta y/o presidento del Gobierno, subiré el salario mínimo interprofesional a…. ¿Me escuchas? ¡Pero escúchame!

--Si te estoy escuchando.

--¡Lo subiré a dos mil euros!

--Eso está muy pero que muy bien --ha dicho Irene, sin dejar de planchar--.

--Sí, porque yo creo --dice Pablo, con el índice extendido para subrayar sus opiniones-- que con dos mil euros al mes, una familia no puede tampoco permitirse locuras pero en principio puede llevar una vida digna; modesta, sin excesos, pero bien. ¿No te parece?

--Ya sabes que yo de números

--…Naturalmente los fachas del IBEX se opondrán, pero no pienso ceder… Y también se me ha ocurrido otra cosa, abrir la frontera de Ceuta y Melilla para que… ¡Ay vá, se me olvidó!

Sale Pablo corriendo hacia el teléfono.

--¿Pasa algo grave? --pregunta Irene sin levantar la vista de la plancha. Ella sabe que así, en delantal, y ocupándose de estas tareas domésticas, ofrece una estampa de mujer tradicional reaccionaria y pre-feminista, pero la verdad es que planchar la relaja. Como a Pablo recoger la mesa después de cenar y cargar la lavaplatos--.

 --¡El Puidemón! ¡Que hoy he visitado al Iunqueras en Iedoners pero también tenía que llamar al Puidemón y se me ha olvidado! Y con lo picajoso que está últimamente, que cree que está rodeado de traidores, lo mismo se enfada y me hace unas declaraciones hostiles.

--¿Hostiles contra ti, que también eres republicano y con lo bien que te portas con ellos?

Tres cuartos de hora después regresa Pablo del teléfono, con una gran sonrisa.

 --Ya está, ya hemos hablado, yo ya he cumplido.

--¿Y qué tal ha ido?

--Muy bien. Hemos quedado tan amigos.

--¿Le has dado recuerdos míos?

--¡Pero si a ti ni te conoce!

--¿Y qué te ha dicho?

--Que se mantendrá firme y que la independencia está al tocar, y que…

--¡Anda, mira, Pablo, sales en el telediario!

--Normal…