La palabra “putativa” no encierra ningún insulto, sin embargo, en este caso es de gran utilidad para señalar que la Aliança Catalana de Orriols, es la heredera del nacionalismo identitario y excluyente de Marta Ferrusola. Comparten ideas como el supremacismo, la identidad catalana discriminatoria con tintes racistas y la militancia en el ultraindependentismo radical.
El auge de Sílvia Orriols y su Aliança Catalana ha agitado los cimientos del nacionalismo catalán tradicional. Su discurso de tono abiertamente xenófobo encuentra resonancias inquietantes en la vieja matriz ideológica, que encarnó Marta Ferrusola, esposa del expresidente Jordi Pujol y símbolo durante los años 80 y 90 del catalanismo más conservador e intransigente. Ferrusola, fallecida en 2024, representó durante décadas la cara más cerrada y sectaria del pujolismo: la defensa de una Cataluña católica, culturalmente “homogénea”, recelosa de los “xarnegos” —los inmigrantes llegados del resto de España—, a los que consideraba una amenaza para la identidad nacional catalana.
Esa visión excluyente del catalanismo, que durante años se ocultó tras el barniz institucional de Convergència y sus apoyos a la gobernabilidad del Estado, ha resurgido en versión radical con Orriols. La alcaldesa de Ripoll ha hecho del rechazo a la inmigración y, especialmente, del discurso islamófobo su bandera. Su mensaje bebe del mismo pozo emocional que el nacionalismo esencialista de Ferrusola, pero adaptado al siglo XXI: una Cataluña “pura”, amenazada por el mestizaje cultural, la globalización y el Estado español. La diferencia es que Orriols no disimula. Donde Ferrusola sugería, Orriols grita.
La fortaleza de este ultranacionalismo identitario y profundamente reaccionario ha encendido las alarmas en Junts per Catalunya, que reivindica ser los herederos directos de aquella Convergència Democràtica de Pujol. Desde Waterloo, Carles Puigdemont observa con preocupación cómo Orriols crece y se acerca peligrosamente en las encuestas —hasta 19 diputados según los últimos sondeos— y amenaza con erosionar la base electoral neoconvergente, sobre todo en comarcas interiores donde el discurso antiinmigración tiene más eco.
En este contexto, la maquinaria de Junts se ha activado para frenar el ascenso de Aliança Catalana. En una maniobra de matriz neoconvergente, el expresident Artur Mas y el periodista Jaume Clotet han pilotado una operación política en Manresa, ciudad de más de 80.000 habitantes –donde el discurso antiemigración tiene mucha aceptación– para evitar el sueño de Orriols de dar el salto a una gran alcaldía. Se trata de llegar a acuerdos con sectores ultranacionalistas manresanos que permitan tejer las “sinergias” necesarias para reforzar las derechas secesionistas catalanas, bajo el paraguas de Junts, desbaratando el plan de expansión de Aliança Catalana en la capital del Bages.
La jugada es doble: evitar que Orriols capitalice el descontento social y, a la vez, atraer a su electorado mediante un endurecimiento del discurso sobre seguridad e inmigración. Muchos alcaldes y alcaldesas de Junts presionan a la dirección para que reclame al Gobierno central competencias en materia migratoria que les permita exhibir “mano dura”. Una estrategia que asume gran parte del marco mental de la ultraderecha catalana.
Aunque al fugado de Waterloo le cueste mucho entenderlo, el país ha cambiado en los ocho años de su exilio. La Cataluña que aprobó su ley electoral en 1979, con poco más de seis millones de habitantes, es hoy un territorio de más de ocho millones de ciudadanos, cada vez más diverso y mestizo, envuelto en el aroma de la globalización que todo lo impregna. Pero mientras aumenta la complejidad de la sociedad catalana, impregnada de dicho aroma globalizador, una parte del independentismo parece regresar al espíritu de Ferrusola, una nación encerrada en sí misma. En ese sentido, Sílvia Orriols es su sucesora e hija política más coherente.
Mientras tanto continúa la descomposición de Junts. El “fugado” Toni Comín anuncia la creación de un nuevo partido 'indepe' con viejas glorias del PSC. El exconseller explica que se unirán al «frente nacional transversal» que lucha por crear un Estado catalán.
Sin duda las próximas elecciones catalanas supondrán un difícil reto para Junts , sus resultados dependerán de diversos factores, entre otros : la participación ciudadana, el desconcierto de sus votantes, el auge de la extrema derecha española de Vox, la debilidad del PP con su sangría de votos hacia Vox… todo lo anterior nos conduce a sectores del mundo empresarial catalán que intentan asumir el máximo protagonismo posible, preocupados con la incapacidad de Puigdemont y su deriva hacia la nada…
En este contexto aparece la figura de Sánchez Llibre, exmilitante de Unió, presidente de Foment de Treball y vicepresidente de la CEOE. Sus reuniones con Puigdemont en Bruselas reflejan su intención de actuar como “puente” entre el mundo empresarial, los partidos conservadores españoles y los independentistas catalanes. Su influencia en Foment y en la CEOE le podría servir no solo para potenciar sus actividades empresariales y negocios en el mundo de la seguridad y la defensa, sino también para tejer desde el pragmatismo, alianzas que permitieran acercar al PP y Junts.
Complejidad de una sociedad catalana donde sus fuerzas conservadoras se mueven entre el pragmatismo de la realidad y un secesionismo debilitado que no renuncia a seguir desestabilizando la nación española.
