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Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona, y Jordi Coronas, regidor barcelonés de ERC

Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona, y Jordi Coronas, regidor barcelonés de ERC Kike Rincón Europa Press

Pensamiento

Ni Flotilla ni totalitarios

"Denunciar el genocidio no es ser un terrorista de Hamás y estar en contra de Colau no implica desearle que se quedara presa en las cárceles israelíes"

Publicada

No soy partidario de Ada Colau. Nunca lo he sido. Y creo que su martirologio en la Flotilla ha sido desmesurado y que lo ha utilizado para su promoción política. Ya lo hizo con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y ahora le toca a la Flotilla. Que los Comunes sean un desierto de candidatos abona la sospecha.

También estoy convencido de que la Flotilla era innecesaria porque la supuesta presión a Israel para que detenga los asesinatos masivos y el genocidio era solo supuesto. Como mucho, ha servido para confirmar que la única democracia de Oriente Medio deja de serlo cuando se trata de los palestinos.

Sin embargo, voy a romper una lanza en favor de Colau. Hacer activismo no es delito. Ser partidario de la existencia y convivencia de dos estados tampoco. Denunciar el genocidio no es ser un terrorista de Hamás y estar en contra de Colau no implica desearle que se quedara presa en las cárceles israelíes.

Que denuncien el maltrato recibido en los centros de detención tampoco y pensar que la extrema derecha israelí, que gobierna el país y los resortes de poder, los ha tratado como si estuvieran en un resort es solo mala fe. Bueno, o ser imbéciles, o ser como Trump que pone en duda la salud mental de Greta Thumberg.

La acción política se combate con acción política. La descalificación fácil, el menosprecio, el insulto y la frase soez puede animar los más bajos instintos que nadan en el cenagal de las redes sociales o alentar a quienes consideran al adversario enemigo. Lo que esta caterva de descerebrados que se han mofado de los tripulantes de la Flotilla y se han deshecho en improperios contra los participantes los han santificado en el ara de los héroes. Los han convertido en adalides de una causa para los miles de personas que consideran que Israel está cometiendo una brutalidad sin freno.

Sigo pensando que Colau ha utilizado la Flotilla en propio interés. Eso es criticable, pero leer lo que se ha leído en redes sociales o se ha oído en tertulias es obsceno. Tanto como cuando Israel dijo que había militantes de Hamás en los barcos. O cuando la caverna dijo, sin pruebas, que había militantes de ETA en los manifestantes que boicoteaban la Vuelta a España contra la participación de un país que hacía con su nombre apología de la violencia. Por cierto, el equipo ya se ha despojado del nombre. ¡Ah! Un detalle. Qué raro que la derecha española no haya puesto a caldo al canciller alemán, Friedrich Merz, por apoyar la idea de Pedro Sánchez de echar a Israel de Eurovisión.

La Flotilla llevaba un cargamento simbólico. Que no iban a llegar a las costas israelíes era un tema cantado. Quejarse de que Israel no respeta el derecho internacional es cosa sabida o es que ¿desconocían los ataques a Irán y a Qatar? Pedir que el navío español se metiera en esas aguas indicaba un profundo desconocimiento de lo que podía pasar.

¿Por qué no llevaron su cargamento a un puerto seguro para que lo gestionara Cruz Roja? ¿Por qué invocaban el apoyo militar del Gobierno?

Estos son interrogantes a los que nos deberían dar respuesta. Me alegro sinceramente de que ahora estén aquí de nuevo y nos lo puedan explicar. Dicen que lo hicieron para presionar a los gobiernos, pero convocar manifestaciones contra Israel hubiera tenido el mismo efecto. Por cierto, ¿por qué estos sectores ahora muy activistas dejaron en un cajón el activismo ante la invasión de Rusia?

Lo de Israel no tiene nombre. Y lo que hacen sus palmeros de la derecha y extrema derecha, con Trump como primer impresentable, tampoco. La democracia y la libertad están en cuestión por el totalitarismo imperante en el mundo.

Todas las voces son válidas. Incluidas las de aquellos con los que no comulgamos como Ada Colau, Jordi Coronas o Pilar Castillejo, pero para defender la democracia tampoco vale hacer propaganda y marketing, de una forma manoseada y también impresentable. Está claro que estamos en un mundo de trincheras y los que estamos en medio lo vamos a pasar mal. En un titular, ni Flotilla ni totalitarios. Hay quienes no estamos ni con unos ni con otros.