Ha pasado casi del todo desapercibido un incidente que, si se piensa en él, causa preocupación, como síntoma de las pulsiones siniestras, violentas y contumaces que siguen vivas en parte de la sociedad catalana, pulsiones que fueron acalladas, pero no liquidadas, por la aplicación del 155. Quizá por eso la prensa de nuestra región ha pasado de puntillas sobre el asunto. “Mejor no menearlo”, habrán pensado en las redacciones, “porque la cosa hace muy mal efecto”. Ahora conviene difundir la impresión de que el Principado en una balsa de aceite.

Me refiero a las amenazas de agresión contra el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, que tenía que dar el sermón en la catedral de Vic, con motivo de las fiestas de Sant Miquel dels Sants, fiestas muy populares del patrón de esta localidad. Ante las amenazas recibidas, las autoridades eclesiásticas han preferido no poner en peligro la integridad física del arzobispo y suspender las ceremonias en las que iba a intervenir.

Recordemos que Miguel de los Santos --Miquel Argemí i Mitjà-- nació a finales del siglo XVI en Vic, fue de niño muy devoto, quiso ingresar en una orden trinitaria de Barcelona ya a los 12 años. Lo consiguió a los 15. Después de pasar por varias comunidades religiosas por media España –Pamplona, Zaragoza, Madrid, Baeza y Salamanca– recaló en Valladolid, donde se le atribuyen numerosos milagros. Parece que se allí pasó su breve vida (que duró 33 años, como la de Jesucristo) rezando continuamente.

Entraba en éxtasis y arrebatos místicos –sobre todo durante la celebración de las misas, en el momento de la consagración, pero también en cualquier momento del día— con tanta frecuencia que era conocido como Miguel, el extático y aunque era un excelente orador prefería no mostrarse mucho en público, para no llamar demasiado la atención o el escándalo.

Falleció en 1625, y hace poco, con motivo del 400 aniversario de su muerte, la editorial Albada ha publicado la primera traducción al catalán de su Breve tratado de la tranquilidad del alma, en una edición de mucho aparato. En fin, un místico español en la estela de Santa Teresa de Jesús, y una figura de la Contrarreforma, muy popular en su tiempo y canonizado en el siglo XIX.

Volviendo al caso: el arzobispo de Valladolid había sido invitado por la curia local a participar en las ceremonias del 400 aniversario de la muerte de San Miquel dels Sants. Ahora bien, Argüello cae mal en las izquierdas por unas declaraciones de hace algunos años en las que declaraba su oposición a que los homosexuales sean ordenados sacerdotes, y por otras frases más recientes, en una entrevista con el diario ABC, donde criticaba la amnistía y reclamaba que se celebren ya elecciones generales.

Ante su visita a Vic, ERC, los Comuns y otras entidades han puesto el grito en el cielo. Los fantasmales CDR amenazaron con hacerle un “escrache” al obispo vallisoletano. Las comparsas de las fiestas emitieron un comunicado intimidatorio en el que expresaban “de manera clara y contundente” que rechazaban su presencia.

“Entendemos las fiestas como un espacio de encuentro, inclusión y celebración colectiva de valores que compartimos como ciudad diversa y abierta. Es por eso que consideramos que no tienen cabida figuras que, como el obispo Argüello, se han manifestado públicamente en contra de los derechos y libertades fundamentales, que mantienen discursos que vulneran los derechos humanos, la dignidad de colectivos que forman parte esencial de nuestro tejido social y nuestra identidad nacional negando la autodeterminación de los Países Catalanes”.

Bueno, es probable que las declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal sean improcedentes, antipáticas. Pero ¿qué me dices del comunicado de las comparsas?: entienden las fiestas como “espacio de encuentro e inclusión”, y a renglón seguido: “Es por eso que no tienen cabida figuras como Argüello”. Vamos a ver, ¿en qué quedamos? ¿Qué “inclusión” es ésa que excluye y declara non grato a un prelado? Aquí yo creo que hay un derrapaje de la lógica, una incoherencia conceptual, una contradicción en sus propios términos.

Ahora bien, si se piensa sin lógica se hacen disparates. El comunicado (como las otras amenazas) es siniestro, pero al mismo tiempo divertido. Y tiene, además, la virtud de revelar que las pulsiones intolerantes y violentas y el mal rollo procesista siguen, larvadas y palpitantes, bajo las apariencias oficiales de la vuelta al orden.