Desde una perspectiva política, Salvador Illa ha cumplido con lo prometido. La normalidad institucional ha regresado a Cataluña, las declaraciones incendiarias o grandilocuentes de los miembros del Ejecutivo han desaparecido y los días supuestamente históricos en el Parlament han sido sustituidos por jornadas sin ninguna emoción, pero más provechosas para el conjunto de la ciudadanía.

No obstante, en materia económica, desde su llegada a la presidencia de la Generalitat, nada relevante había sucedido hasta el momento, pues casi todo eran declaraciones de intenciones. Por dicho motivo, el acuerdo entre la Generalitat y Aena para remodelar, ampliar y transformar el aeropuerto de El Prat supone el primer éxito económico de Illa. Una inversión de alrededor de 3.200 millones a cargo de la compañía propietaria de la instalación.

En primer lugar, porque el aeródromo de Barcelona es uno de los más congestionados de Europa, especialmente en verano. En 2024, tuvieron lugar 347.977 movimientos de aeronaves y 55.034.955 de pasajeros. En las horas punta, su capacidad de despegue y aterrizaje está casi agotada. Por eso, no es infrecuente que los aviones salgan o lleguen con retraso.

En el aeropuerto del El Prat, numerosas aerolíneas desearían tener más operaciones. No obstante, solo tienen disponibles horarios de primerísima hora de la mañana o última de la noche, donde la demanda es sustancialmente inferior a la de los períodos punta e incierta la rentabilidad de los vuelos.

En segundo, debido a que constituye una gran fuente de riqueza por sí mismo. En 2023, gracias a la actividad del aeropuerto, El Prat fue el municipio catalán de más de 50.000 habitantes con un mayor PIB per cápita (76.024 €). En dicho año, su importe más que duplicó el promedio de la autonomía  (37.013 €) y superó en un 41,4% el de Barcelona (53.756 €).

En tercero, por la generación de actividad económica en el resto de Cataluña, pero especialmente en su capital y el área metropolitana. Los principales beneficiados de la ampliación serán las empresas turísticas, tanto las que atienden a visitantes en busca de ocio o de negocios. La mejora de la conectividad atraerá a turistas de gran poder adquisitivo de América y Asia, generará un incremento de los grandes eventos, ferias y reuniones empresariales y aumentará el número de personas que repiten visita a Barcelona.

Sus positivos efectos se extenderán al comercio, el emprendimiento, las universidades y las sedes de empresas. La combinación de un número más elevado de turistas y de su capacidad económica incrementará los beneficios obtenidos por los comerciantes, ampliará las zonas de tiendas de alto standing en la capital catalana y diversificará la oferta comercial al generar la aparición de nuevos formatos.

La mayor facilidad de desplazamiento entre continentes, así como el aumento del número de frecuencias diarias a numerosas ciudades europeas, harán que numerosos ejecutivos y emprendedores elijan Barcelona y sus alrededores como el lugar de su residencia habitual. Unos gastarán en la ciudad, pero no invertirán en empresas ubicadas en ella o en sus proximidades. Otros realizarán ambas actividades.

La mejora de la conectividad con otros continentes, especialmente con el Sudeste Asiático y América del Norte, aumentará el atractivo de Barcelona como destino universitario. Una situación que provocará la instalación en la capital catalana de nuevas universidades, siendo la mayoría ya existentes en otros países.

Unos centros en los que los estudiantes nativos serán minoría, pues la mayor parte procederán del extranjero, ya sea para realizar un grado o una parte de él, un máster o un doctorado. Del aumento de la demanda, también se beneficiarán las universidades públicas, privadas y las escuelas de negocio instaladas en la capital catalana y sus alrededores.

La rapidez de entrada y salida de la ciudad a través del aeropuerto favorecerá la llegada de nuevas empresas multinacionales, ya sea a través de fábricas o edificios de oficinas. No obstante, dicho factor no tendrá un carácter decisivo, sino que será una ventaja adicional. Para atraerlas, será necesario venderles o alquilarles terrenos o inmuebles por un reducido importe, concederles cuantiosas subvenciones y ayudarles a conseguir financiación bancaria en condiciones ventajosas.

En definitiva, la ampliación del aeropuerto de Barcelona constituye una magnífica noticia por un triple motivo: económico, estratégico y político. El primero está explicado en las líneas anteriores. El segundo constituye una inequívoca señal de que la mejora del nivel de vida de los catalanes constituye un tema esencial para el actual gobierno. Una gran diferencia respecto a los ejecutivos de los últimos trece años.

El tercero supone una muestra de valentía por parte de Salvador Illa. Catalunya en Comú y ERC, las formaciones que apoyan al PSC en el Parlament, se opondrán a la medida y le harán pagar un importante peaje en el hemiciclo y en la calle, especialmente la primera. Si el acuerdo con Aena hubiera de ser refrendado por la Cámara, el resultado de las votaciones sería una incógnita, pues dependería de Junts per Catalunya.

Un PSC distanciado de los Comunes no debería ser la excepción a la regla, sino la norma. Desde mi perspectiva, es lo que le conviene a Cataluña, pues cada vez que el gobierno actual aplica sus propuestas, el país retrocede. El ejemplo más claro lo tenemos con las políticas de vivienda. En la actualidad, el precio de venta de los pisos está en subida libre y en el mercado de alquiler es muy difícil encontrar un inmueble disponible, especialmente para las familias con bajos ingresos.

Catalunya en Comú constituye una formación partidaria del decrecimiento económico. En otras palabras, de que todos vivamos peor. La generación de riqueza jamás ha sido lo suyo, siendo lo anterior lo que necesita Cataluña para pasar de ser un territorio en declive a uno en auge. En los próximos años, es lo que esperamos que consiga Illa. Por eso, los debe abandonar como compañeros de viaje. Si no lo hace, su primer éxito económico probablemente será el último.