El aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat ha dado un paso decisivo para convertirse en un gran hub intercontinental. La propuesta definitiva de ampliación, presentada por el president Salvador Illa junto a representantes de Aena y el Ministerio de Transportes, es una apuesta valiente y necesaria para que Cataluña no pierda el tren de la competitividad global.
Con una inversión proyectada de 3.000 millones de euros, el plan incluye alargar 500 metros la pista mar, modernizar las terminales y construir una terminal satélite, todo ello acompañado de medidas más ambiciosas para proteger el Delta del Llobregat.
Este proyecto no solo responde a las necesidades económicas de una región que genera el 19% del PIB español, sino que lo hace con un compromiso indudable con la sostenibilidad. Es hora de celebrar que, por fin, la determinación se imponga en un debate que llevaba demasiado tiempo estancado. Recordemos que, cuatro años atrás, el independentismo fue incapaz de sacarlo adelante, principalmente porque Oriol Junqueras vetó el proyecto en el último momento.
Con más de 55 millones de pasajeros en 2024, El Prat está al límite de su capacidad. Sin una ampliación, el aeropuerto arriesga quedarse atrás frente a competidores como Madrid-Barajas, Ámsterdam-Schiphol o Fráncfort, que no han dudado en invertir para atraer vuelos intercontinentales y convertirse en puertas de entrada a Europa.
La propuesta presentada ayer permitirá alcanzar las 90 operaciones por hora, abriendo la puerta a nuevas rutas con Asia, América y África. Esto no es solo una cuestión de cifras: es una oportunidad para que Barcelona refuerce su papel como centro económico, tecnológico y cultural del sur de Europa, atrayendo inversión, talento y turismo de alto valor. El Prat aporta cerca del 7% del PIB catalán y sostiene decenas de miles de empleos. Perder la oportunidad de seguir prosperando sería un error histórico.
El proyecto, además, aborda con seriedad las preocupaciones ambientales. La prolongación de la pista, que tendrá una menor afectación sobre La Ricarda, una gran charca artificial convertida en un tótem ecologista, viene acompañada de la renaturalización de 300 hectáreas y medidas innovadoras como estructuras permeables para preservar los humedales del Delta, un espacio que todos queremos salvaguardar.
La Generalitat y Aena han trabajado con rigor técnico para cumplir con las exigencias de la red Natura 2000, y el compromiso de someter el plan a una evaluación ambiental estricta por parte de la Unión Europea refuerza su credibilidad. Frente a las críticas de algunos sectores, como los Comuns o Zeroport, que ven en cualquier intervención una amenaza, cabe preguntarse: ¿es razonable paralizar el progreso económico de Cataluña por un purismo medioambiental que ignora las soluciones técnicas disponibles? La lucha contra el cambio climático es una prioridad, aunque paradójicamente en España los que rechazan la energía nuclear prefieren quemar gas. Ahora bien, no podemos olvidar que solo desde el crecimiento podemos afrontar los costes de la transición energética y asumir los brutales gastos de la mitigación del inevitable aumento de la temperatura.
El consenso político alcanzado entre el Govern del PSC, Aena y el Gobierno español merece reconocimiento. Después de años de bloqueo en Cataluña, con desencuentros como los de 2021, la sintonía actual demuestra que se pueden tomar decisiones estratégicas sin caer en la polarización. No es casualidad que el sector empresarial, desde Pimec hasta la Cámara de Comercio, pasando por Foment, haya aplaudido la iniciativa, destacando su potencial para generar empleo y dinamismo económico.
Por supuesto, el camino no está exento de retos. La financiación, la aprobación definitiva por parte de Bruselas y las tensiones con algunos socios del Govern, tanto ERC pero muy particularmente los Comuns, son obstáculos que superar. Pero la prudencia de Illa, que ha hecho del diálogo su sello, inspira confianza. La ampliación del Prat es una apuesta por una Cataluña sin miedos ni bloqueos. Hoy, el nuevo aeropuerto despega. Que nadie más lo frene ahora.