Podemos estar en el epílogo de la aventura del motor en Cataluña, tanto por nuestra inacción durante muchos años como porque ahora hay otros sitios más atractivos para la organización de estos eventos. Perder la Fórmula 1 en Montmeló será otra señal más de que el centro del mundo se aleja de nosotros.
Cataluña ha estado ligada al mundo del motor casi desde la invención de los automóviles. La primera fábrica data de 1899, La Cuadra, en pugna por el primer diseño nacional, Bonet -de 1888-, pero que nunca se registró como marca. Elizalde, Pegaso, Hispano Suiza… son parte de un pasado que nunca volverá, lo mismo que Mercedes, Nissan… De momento nos quedan Seat y Cupra, y que duren.
De igual modo que miramos con nostalgia las colonias textiles a orillas del Llobregat, vamos camino de ver Montmeló como una reliquia del pasado. Una carrera en el histórico circuito de Pedralbes, cuatro en Montjuic y 35 en Montmeló van camino de ser historia, como historia son las 31 pruebas del Rally Catalunya dentro del mundial WRC, perdido en 2022. Este año, por cierto, vuelve el WRC a España, pero a Canarias.
El circuito de Montmeló es un circuito clásico, usado en infinidad de ocasiones para poner a punto los monoplazas en pretemporada. Pero los tiempos cambian, y el tener historia no impresiona nada a los dueños del Mundial cuando diseñan temporadas que sólo pueden ser más cortas, y donde hasta Mónaco está en riesgo. Para probar ya hay otros circuitos que también tienen clima agradable en invierno y, sobre todo, cada vez son más fiables los túneles de viento y simuladores.
Montmeló va camino de correr la misma suerte que Imola, Mónaco o Spa Francorchamps, circuitos con mucha historia, pero que no tienen nada claro su futuro. Imola, con suerte, será un circuito reserva, lo que es una ruina, porque hay que mantenerlo en condiciones “por si acaso”. Spa Francorchamps ya tiene un contrato rotativo, años que sí, años que no. Y en Mónaco está por ver si el glamour de la ciudad y, sobre todo, su puerto lo salvan o no, pues técnicamente hace tiempo que no gusta a casi nadie. Si cayese Mónaco, sería prácticamente imposible que siguiese Barcelona, pues los dos Grandes Premios van seguidos, entre otras cosas para que los yates del circo de la Fórmula 1 puedan ir de un lado a otro.
Siempre queda la carambola y, por ejemplo, usar la plaza que dejará libre el circuito de Zandvoort, en los Países Bajos, que pese a ser el país de una de las máximas figuras del circuito, son tan wokeuropeos que el ruido y el tráfico les molesta, y 2026 será su último año. Claro que Turquía o Sudáfrica, entre otros, están a la espera de su oportunidad.
Durante muchos años nos hemos comportado como ahora los holandeses, diciendo que la Fórmula 1 nos molestaba. La gran diferencia es que ellos no viven del turismo, y nosotros sí. Para ellos un evento singular es algo extraño, para nosotros, no. Pero el mal ya está hecho, y aunque ahora se quiere mejorar la imagen, renovar será difícil y caro, porque Madrid tiene plaza reservada desde 2026 y por 10 años. Y dentro de 10 años, Montmeló no podría ser competitivo si hoy se cayese del circuito.
El Gran Premio de España se va a Madrid sí o sí a partir del año que viene. Lo tienen que hacer fatal, que no lo harán, para perderlo, y el organizador tendría que pagar un dineral para romper un contrato de 10 años. Pelear por el Gran Premio de Cataluña, o de Europa, no será tarea fácil. El organizador prefiere circuitos urbanos y, sobre todo, ciudades volcadas con el espectáculo, algo que tienen asegurado en Estados Unidos, en México o en Monza, por aquello de los ferraristas. España cuenta con dos pilotos, pero Alonso está rozando la retirada y, de momento, Sainz no despega del todo, haciendo difícil que un aficionado decida estar en Barcelona en junio y en Madrid en septiembre.
Además, no hay ninguna gran empresa del Ibex que se quiera dejar un dineral patrocinando el circuito. Barcelona tiene que jugar a la opción francesa, no hay carreras en el país galo y, sobre todo, revitalizar la afición local. Algo que, más o menos, se está consiguiendo, pero, tal vez, es demasiado tarde. La fan zone en Plaza Catalunya es una gran idea, que habría que haber arrancado hace años, y tener al españolazo Alonso de embajador del Circuit de Cataluña es un giro del destino, como poco, curioso. Seguro que a algún indepe le estarán saliendo granos.
Perder la Fórmula 1 en Montmeló será un signo más de que el centro de gravedad mundial se va de Europa, y de Cataluña. Por un lado, está el poderío económico de Estados Unidos, por otro, la pujanza de países como México, el país donde las carreras cuentan con más éxito e ingresos. Es indiscutible el peso económico y el interés de los países del Golfo, accionistas de la mayoría de fabricantes de automóviles. Tanto Qatar como Arabia Saudí están construyendo nuevos circuitos. A ellos se les unen Singapur, Brasil y Australia, inamovibles.
Lo dicho, a pelear entre europeos nostálgicos y con Azerbaiyán, a quien vence el contrato en 2026. Que pierda China su Gran Premio no parece una opción. Entramos en tiempo de descuento y, aunque todo puede ocurrir, no son pocos los optimistas; no va a ser nada sencillo tener carreras de Fórmula 1 en Barcelona a partir del año que viene.