En febrero de 2023, ante el escándalo mundial del “caso Negreira” -es decir, el descubrimiento de que durante 16 o 17 años el FC Barcelona había estado pagando un sueldo al vicepresidente de los árbitros, en recompensa por su “asesoría”-, Tatxo Benet, actual jefe de Mediapro, subió a Instagram un texto que quizá explique parte de los problemas actuales de la empresa.

“Los periódicos, sobre todo los de Madrid, van llenos con los pagos que el Barça hizo durante 16 o 17 años a este señor, el exárbitro Enríquez Negreira. Los pagos no se hicieron mientras era árbitro en activo, se hicieron cuando estaba retirado y ocupaba el cargo de vicepresidente del CTA [Comité Técnico de Árbitros]. Cabe decir que yo estoy en contra de cosas como esta, pero estoy en contra de que pasen ‘aquí’, pero también ‘allí’. Algunos periódicos de Madrid hacen el recuento de los penaltis pitados a favor del Barça y del Madrid en este periodo. Parece que el Barça sale ganando. Eso ha generado un gran escándalo y se usa como prueba de que, de una u otra manera, Enríquez Negreira habría influido en favor del Barça… A principios de los 90 yo era jefe de deportes de TV3 y se me ocurrió hacer el mismo recuento de los 20 años anteriores. El número de penaltis a favor del Madrid era mucho más alto y acaparador a los del Barça. Y al revés, el número de penaltis contra el Barça doblaba los pitados contra el Real Madrid. El reportaje tuvo mucho impacto... en Madrid. El titular más benévolo fue que en TV3 se manipulaba a favor del Barça. Todavía recuerdo los insultos que nos dedicó José María García, que nos trató de indocumentados y nos decía que esos datos tan claros no demostraban nada”…

“Después de recordar esa historia”, sigue el texto de Benet, “no puedo dejar de reflexionar que durante 16 o 17 años, en tres o cuatro directivas distintas del Barça, se encontró la forma de salir a jugar en Liga con igualdad de condiciones. Si de verdad Enríquez Negreira influyó no tengo duda que esa influencia equilibró las cosas. El Barça tuvo el coraje de luchar contra el enemigo con sus propias armas y no fue al matadero como un cordero. Eso es lo que más duele en Madrid, que por una vez en Cataluña se utilizaban sus mismas armas. Aunque fuera en fútbol”.

Texto revelador, y siniestro, especialmente en la mención de las “armas”: quiero creer que no fue una mención deliberada… pero, la verdad, no lo creo.

Como sabe el lector, hace años que sostengo que España es el país más tonto del mundo, ya que se dedica a financiar a sus propios enemigos. Últimamente me he moderado, y ya no digo que sea “el país más tonto del mundo”, sólo “uno de los más tontos”, porque sufraga y alimenta a sus enemigos.

El hecho de que la Liga confiase la producción audiovisual de los partidos de la popular competición futbolística –y por consiguiente la gestión del VAR, la repetición de jugadas, y otros aspectos a menudo conflictivos— a una empresa liderada por Jaume Roures y Tatxo Benet es casi cómico. Ambos son culés, ambos empezaron en TV3, el mismo Roures fue avalista del separatista y actual presidente del Barça Joan Laporta, y ambos han dado muestras claras de colaboración –por no decir otras palabras— con el procesismo separatista.

Durante largos años, Mediapro se ha encargado de retransmitir los partidos de la Liga. Algunas voces sostienen, no sin razón, que la técnica no es inocente, que el que la maneja decide el relato, y deducen que el sesgo de las transmisiones de Mediapro es claramente parcial. (Yo no lo sé, apenas veo fútbol).

Cierto que en el ámbito del fútbol todo el mundo siempre se siente agraviado, a todos les han “robado” el partido pero, por las declaraciones que he reproducido arriba, y por los antecedentes y condicionantes de Roures y Benet, está claro que hay amplio margen para la sospecha de parcialidad. La mujer del César no sólo debe ser honesta, también parecerlo. Las cámaras y el VAR, también. Y los responsables de la producción audiovisual de los partidos deben inspirar confianza, un tipo de confianza que no se consigue sólo con la competencia técnica.

Ahora la Liga ha decidido sustituir a Mediapro por una empresa suiza para la retransmisión de los partidos durante los próximos cinco años. Estupendo, entra aire fresco, a los suizos les importa un pepino que gane un partido el Levante o el Alcoyano, el Real Madrid o el Barça: no son sospechosos. Pero Benet, ciego a esta evidencia, se ha enfadado mucho y dice que su oferta era mejor, que los suizos no saben nada de nada y que estudia impugnar la decisión tomada por la Liga. Debe creer que el negocio del fútbol es cosa de Mediapro para siempre. Hombre, no, hay que repartir juego, nunca mejor dicho.

Mejor haría Benet en bajar el tono y en cortejar diplomáticamente a los nuevos adjudicatarios de los derechos de producción audiovisual en la esperanza de que subcontraten a Mediapro (cosa por otra parte muy desaconsejable: los difusos recelos mencionados hacia esta empresa se redoblarían).

Y en caso de no conseguir sus objetivos en la Liga, debería concentrarse en esas carreras de camellos en el Golfo Pérsico, que son muy populares “allí”, aunque no “aquí”, y una tradición milenaria, y un negocio suculento.