María Dolores de Cospedal y Alicia Sánchez Camacho comparecieron en el Congreso de los Diputados ante la Comisión que investiga la Operación Cataluña. Lo hicieron con la música de fondo de unos nuevos audios del afamado comisario Villarejo que las implicaba directamente. En los audios se oía perfectamente al excomisario, y añado vergüenza de su profesión, citar a las dos dirigentes del PP como informadoras necesarias para hundir a Convergència i Unió de Artur Mas, que pasó en aquellas elecciones de 62 a 50 diputados.
Sin embargo, como casi siempre, las comisiones de investigación no sirven para nada. Y para muestra, lo que sucedió el lunes. Con cara de cemento armado, la otrora todopoderosa secretaria general del PP se limitó a agitar su melena y lucir sonrisa para decir que los audios podían estar manipulados. Vamos, a su juicio lo estaban. Me quedé con las ganas de saber por qué demonios la secretaria general del PP hablaba con un comisario, ya jubilado, sobre cómo cargarse a los adversarios.
Vimos con Cospedal una primera entrega de la Operación Cara Dura ante la Comisión del Congreso. Solo nos queda el Congreso para saber qué pasó en aquellos años, porque los jueces, a pesar de abrir más de 25 piezas sobre los chanchullos y chapuzas del señor Villarejo, no han movido un dedo para investigar el uso y abuso de las instituciones contra los independentistas, primero, luego contra Podemos y, ahora, estamos en el serial del PSOE.
Todo vale bajo el lema Todo por la patria. Eso sí, patria como finca manifiestamente mejorable al servicio de una casta dominante. Como la puerta judicial está cerrada, Cospedal iba de sobrada en el Congreso. Todo es mentira, y punto, se podía resumir su intervención.
La segunda entrega de la Operación Cara Dura la protagonizó Alicia Sánchez Camacho en categoría de “refugiada política”. La que nos deleitó con la grabación de La Camarga, con historias de cama incluidas, se puso de perfil en la Comisión. Eso sí, reconoció hablar un par de veces con el Villarejo de marras. Vuelvo a preguntar ¿a santo de qué la líder de un partido hablaba con el rey de las cloacas?
Lo mejor de Camacho vino cuando se declaró refugiada política porque se tuvo que ir de Cataluña por la presión supremacista y en la tierra de la libertad fue acogida con primor. Tanto primor, que fue diputada nacional primero y luego diputada autonómica, sin que hasta hoy se le conozca ni una sola iniciativa, de ideas ni hablamos, que la haga pasar a la historia. O sea, agradeció ser un estómago agradecido, valga la redundancia, poniéndose ufana en defensa de su nuevo trabajo que no va más allá de calentar su silla.
La señora Camacho es la única refugiada política del bando no soberanista, pero se fue de Cataluña por la presión independentista. No veo que a Alejandro Fernández, a Dani Sirera, a Manuel Reyes o a Xavi García Albiol les haya afectado, como a los miles de votantes populares que se quedaron en Cataluña y no pusieron pies en polvorosa como ella. ¿O se fue porque en su partido no la querían ver ni en pintura?
Bueno, de hecho, tuvo que recalar en las listas del Partido Independentista del Distrito Federal, liderado por la señora Ayuso, porque sus compañeros de Cataluña no la querían tampoco ocupando puestos por Barcelona en el Congreso. Como ven, la pregunta es retórica. Se fue porque, después de ser la muleta de Artur Mas en sus dos primeros años de gobierno, luego llegó La Camarga y el bochorno de los suyos.
Bochorno fue lo que vimos en el congreso. Con un papel mejorable de los diputados interpelantes, desfilaron una desmemoriada caradura y una autocalificada refugiada política. Ambas, con audios ilustrando sus tribulaciones de aquellos años monitorizadas por las cloacas. Ahora, aquellas cloacas sacan pecho y las protegen porque hacerlo todo por la patria tiene premio. ¡Vivir para ver!