Érase una vez unos cuentos… podríamos usar otros como Pinocho, Alicia en el País de las Maravillas, etc., pero en uno de nuestros ejemplos, Caperucita Roja quería llevar unos huevos a su abuela y se encuentra con el lobo y, en el otro, Pedro constantemente avisa a sus conciudadanos de la llegada inminente del lobo.
En la historia de Caperucita, el lobo se esconde en el perfil de la abuela, intentando hacerse pasar por la auténtica abuela de Caperucita para comerse los huevos. Afortunadamente, Caperucita no cae en el engaño y el lobo no consigue su objetivo. En el otro, Pedro al estar permanentemente avisando, generando alarmas, “¡que viene el lobo!”, cuando finalmente éste aparece, la gente está cansada de falsas alarmas, no hace caso y el lobo se come al rebaño.
Me vienen estas viejas historias de cuentos infantiles para intentar hacer un paralelismo con nuestra realidad actual. ¿Quiénes podrían ser nuestros personajes en la vida real? La cariñosa abuela podría ser nuestra entrañable Europa, con dos personajes a clarificar: la prudente Caperucita como muchos de los líderes europeos públicos, y el chico de la algarabía imprudente. En la actualidad tenemos varios ejemplos de estos personajes que a menudo se entrecruzan.
Caperucita podría ser la firmeza de unos ideales de libertad y tolerancia, principios que Europa, tal como la conocemos en la actualidad, ha ido forjando a lo largo de los siglos. Muchos ciudadanos de diferentes tendencias y pensamientos se sienten abrazados por los ideales de paz y bienestar social.
Pedro sería el marrullero del grupo, que de tanto gritar, hacer aspavientos y pedir la atención de la comunidad, se encuentra solo cuando finalmente la necesidad le obliga. El lobo o los lobos podemos fácilmente etiquetarlos.
Pero este relato no va de cuentos, va de realidades duras como puños, y nuestro despertar de lo que podría parecer una pesadilla; es abrupto pero real.
Podemos decir que no nos pasará nada, porque los lobos están muy lejos o, por el contrario, ponernos a caminar con diligencia para llevar y mantener nuestro modelo social. Que los griteríos de algunos no nos distraigan.
Como nos despistemos nos encontraremos que se nos han comido los huevos y tendremos la casa ocupada por inquilinos indeseados e indeseables.
Caperucita debería gritar: ¡Europa despierta, no seas egoísta contigo misma! Estamos en la reconstrucción, reformulación de los viejos paradigmas con instrumentos del siglo XXI. Usemos la tecnología en clave útil y positiva para una Europa reforzada.