El veterano grupo Soler & Palau (S&P) marcha a toda máquina, cuando se cumplen 74 años de su constitución en Ripoll (Barcelona) por iniciativa de los ingenieros industriales Eduardo Soler y José Palau.
Las magnitudes que presenta la compañía son deslumbrantes. Según el balance consolidado de 2023, recién publicado, las ventas continuaron su progresión alcista y llegaron a 952 millones. Quedan, así, a un tiro de piedra del redondo guarismo de los mil millones.
Los resultados amasados son esplendorosos. El beneficio neto asciende como un cohete hasta los 97 millones, cima histórica en los anales de la casa. El de explotación sube a 141 millones y el flujo de caja se sitúa en 128.
Los socios se reparten un dividendo de 11,2 millones. En el último decenio se han embolsado 100 millones por tal concepto.
SOLER & PALAU EN CIFRAS (en millones de €)
Año | Facturación | Beneficio |
2023 | 952 | 97 |
2022 | 896 | 75 |
2021 | 736 | 57 |
2020 | 640 | 48 |
Los orígenes de este coloso datan de 1951, cuando José Palau Francás y Eduardo Soler Font levantan una modesta planta destinada a fabricar aparatos de renovación del aire y calefacción de pisos y locales.
Soler fallece soltero y sin descendencia en los albores del presente milenio. Lega su inmenso patrimonio, incluido el 50% de las acciones de S&P, a la Escuela de Trabajo del Ripollés, rebautizada como Fundación Eduard Soler, que está consagrada a la enseñanza de oficios industriales.
Corriendo el tiempo, la saga Palau cursa una oferta irresistible a dicha Escuela por el lote de S&P que le había caído del cielo y consigue hacerse con su titularidad.
El capital se encuentra hoy en manos de la segunda generación de la familia Palau. La principal socia es la mercantil Ulplan Invest, con el 38%. Está presidida por José Palau Mallol; son vocales sus hijas Carla, María e Inés Palau Segura.
Con el 18% figura Speak & Smile, perteneciente a Blanca Palau Mallol, casada con Ramon Cierco, expropietario de Banca Privada d'Andorra.
Los restantes paquetes accionariales pertenecen a Cristina, Susana, Carlos y Francisco Palau Mallol.
Los tentáculos de S&P se extienden por casi un centenar de países. Sus enormes poderes industriales están representados por una extensa red de fábricas. Abarca cuatro instalaciones en España, sitas en Ripoll, Sils, Torelló y Pinto (Madrid).
Asimismo posee centros productivos en otros tres países europeos, Francia, Gran Bretaña y Noruega, amén de enclaves más lejanos como Brasil, EEUU, Méjico, India, China, Malasia, Singapur y Tailandia.
El entramado societario comprende más de 50 filiales y da empleo directo a 6.300 trabajadores.
Uno de sus platos fuertes es la constante inversión en investigación y desarrollo. Fruto de ella, en 74 años ha inscrito 182 patentes, 59 modelos industriales y 4 modelos de utilidad.
Su departamento de i+d incluye 60 ingenieros. Su cometido básico reposa en conseguir máquinas de tecnología cada vez más avanzada y, por tanto, más eficientes y rentables.
Los dos pioneros que dan nombre al consorcio S&P siguieron históricamente la política de retener los beneficios y aplicarlos a financiar la expansión con los recursos propios.
Gracias a esa sana costumbre, contabiliza actualmente un patrimonio de 740 millones y unos activos de 1.020. De estos últimos brillan con fulgor dos epígrafes, a saber, la tesorería y los inmuebles que albergan sus factorías. La primera se cifra en 320 millones y los segundos, en 180.
S&P nació hace casi tres cuartos de siglo en Ripoll, en la Cataluña profunda, donde anida el separatismo más radical y montaraz. En 2018 dejó de tener su sede en esta comunidad. A raíz del procés, la estirpe Palau acordó ponerla a resguardo de las amenazas secesionistas. Así, trasladó el domicilio de la sociedad holding que controla todo el emporio. Escogió para ello el municipio madrileño de Pinto, donde radica una de sus plantas fabriles.
Van transcurridos siete años de aquella fuga y la residencia permanece anclada firmemente en el exilio de la meseta celtibérica. Por cierto, la dinastía Palau siente escasa afición a pavonearse de sus logros. No pierde un minuto en estériles autobombos y mantiene un nulo perfil público. Va a lo suyo, a seguir engrandeciendo sin desmayo la corporación por el ancho mundo.