El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) reverdece por última vez. Suena el eco noucentista de Eugeni Trias, el filósofo de la Catalunya-ciutat, sobre un proyecto de Pasqual Maragall liquidado por Jordi Pujol en los años 90, carcomido por los celos y el deseo de eliminar a su gran competidor.

En defensa de la nueva AMB se alinean ahora Jaume Guardiola (Cercle d’Economia), Ramon Agenjo (Barcelona Global) y Sánchez Llibre (Foment del Treball). Después del silencio de la década ominosa, los líderes económicos combinan su vocación de liderazgo con un lento despertar. ¿Quiénes son? ¿La clase dirigente o la burguesía apresada en la burbuja del tiempo?

¿Los catalanes serán sensibles a este despertar metropolitano? Según los líderes empresariales, hay que entender que la zona de las dos coronas de la capital tiene necesidades perentorias respecto otras zonas del país. Y para superar las diferencias entre territorios, los foros de opinión proponen “gobernanzas asimétricas”, algo así como una cartografía democrática, sin desventajas para nadie.

Guardiola, Sánchez Llibre y Agenjo piden unificar las 36 ciudades del Área Metropolitana, “desde Vilanova hasta Mataró, pasando por Martorell, Terrassa, Sabadell o Granollers”, según exponen en un artículo conjunto publicado el pasado lunes en El Periódico.

Su argumento olvida que hoy la IA tira de la economía con la misma fuerza con que la geopolítica empuja a los gobiernos. El territorio ha dejado de ser el sujeto del cambio. El protagonismo de los núcleos urbanos depende del papel que jueguen en las redes. Y nosotros somos tecnológicamente vicarios.

El Ibex 35 alcanza un récord empujado por la expectativa de inversión en la industria de armamento, tras la cumbre europea informal sobre seguridad, celebrada en París. El mercado es un huracán que nos sobrevuela sin tocar tierra. ¿Qué papel juega la economía catalana en los nuevos vientos? Los empresarios reclaman el reequilibrio del país y quieren obtenerlo desprendiéndose de buena parte de la maraña institucional que nos rodea. Apuntan los déficits y señalan a la Generalitat y al Ayuntamiento de Barcelona para que se pongan al frente de la solución. Desvelan lo que no funciona y responsabilizan a la política.

Barcelona es digitalmente dúctil y socialmente acaramelada. La capital del Mobile World Congress acoge sin empacho una reunión secreta de más de 2.000 jóvenes millonarios del YPO (Young President's Organization), procedentes de 80 países. Podría decirse que la crisis de la vivienda exhibe una tragedia convertida en farsa, en las narices de los ciudadanos.

Queremos ser una Viena de palacetes encalados, cafés elegantes y humedales sombríos, pero la ciudad sólo remonta los días de fútbol y las noches de ópera. Cuando cae la tarde, todo fluye bajo una lenta y profunda embriaguez. Será por eso que los dirigentes de las instituciones económicas se acercan a las emociones y se alejan de las razones. Conciben el entorno metropolitano con la bondad de un sueño danubiano.