No se les puede amnistiar, la inscripción de los jugadores del Barça en la Liga es fruto de un pacto entre Sánchez y Puigdemont, y a Puigdemont hay que meterlo en la cárcel, pero si sus votos son necesarios para echar a Pedro Sánchez, bienvenidos sean esos votos de Junts per Catalunya. Esta es la postura de Alberto Núñez Feijóo.
Mejor dicho, estas son sus posturas, porque las cambia al son que le marca Santiago Abascal. Después de ver durante más de un año que el Gobierno no cae, Abascal y Feijóo se han puesto de acuerdo en pedir el voto de su muy satanizado partido de la derecha independentista. Seguramente, esta nueva boutade del líder del PP no ha hecho ninguna gracia al PP catalán, porque su líder, Alejandro Fernández, defiende por activa y por pasiva que con Junts ni un café. Feijóo no se da por enterado, pero tampoco convoca un congreso en el PP catalán que tiene una dirección más que caducada.
Los acuerdos en materia económica que han hecho las delicias del empresariado catalán, empecinado en coquetear con quien evita que haya presupuestos en España y en Cataluña, también han emocionado al Partido Popular. Junts lo que ha conseguido con estos acuerdos en materia fiscal y económica con la derecha y la derechona española es poner contra las cuerdas, una vez más, al Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Estaría Junts dispuesta a ir más allá aliándose con el PP en una moción de censura? Dicen que no. Ahora. Pero ojo con lo que deseas.
A cambio no conseguiría una amnistía, porque PP y Vox han dicho tantas barbaridades que hacen casi imposible un viraje, a no ser que la derecha españolista se lave las manos con la cuestión una vez el Constitucional la desbloquee. Es decir, use la política de hechos consumados y no dé marcha atrás. En ese momento procesal, con la amnistía aprobada, Junts podría jugar a aliarse con el nuevo trumpismo español para derribar al gobierno de izquierdas, porque en ese momento el PP lo recibiría con los brazos abiertos, ya que teóricamente no daría ninguna prebenda al independentismo conservador.
Mientras se llega a este momentum, Junts y PP pueden seguir con sus escarceos en la moción de confianza. No servirá de nada técnicamente hablando, pero sí políticamente. Pero Junts, de verdad, no es consciente de que la caída de la izquierda conlleva el ascenso de una derecha radicalizada presa del discurso de la extrema derecha. Y, además, será la puerta a su irrelevancia, porque un gobierno de PP y Vox con mayoría absoluta no necesita para nada a Junts. No hay muchas dudas del retroceso en libertades individuales y colectivas -se ha visto en los acuerdos de PP y Vox en diferentes autonomías- y, sinceramente tampoco en materia de competencias autonómicas. ¿Alguien cree en su sano juicio que estaría abierta una carpeta de negociación sobre inmigración con el PP en el Gobierno? ¿Y un nuevo sistema de financiación, o el traspaso de Cercanías? Y, encima, sin necesitarlos.
La situación es tal que la prensa madrileña más conservadora lanza guiños elogiosos a Junts. El último ejemplo lo hemos tenido ante la ley que ha registrado el PSOE para evitar el lawfare en la justicia anulando la utilización de la acusación popular de forma torticera, y no digamos ante el reto de Junts si no hay moción de confianza de tomarla contra el PSOE.
Esa prensa la que quiere encerrar a Puigdemont, ahora lo jalea. En principio, Junts debería estar a favor de la nueva ley, pero su postura es la contraria. Quieren ir más allá porque la propuesta socialista se ha quedado, a su juicio, corta. Lo que hace unos meses hubiera hecho sacar los puñales a esa prensa conservadora contra Junts, ha mutado en elogios, porque el principal objetivo es conseguir que esa ley quede en agua de borrajas y el Gobierno se quede sin los votos suficientes para aprobarla.
Junts está encantada de jugar con fuego y no quemarse. Por un lado, porque el PSOE rezuma debilidad, ya que sus negociadores no consiguen llevar nada a buen puerto; y por otro, porque el PP de Feijóo navega a la deriva solo con un rumbo: que caiga el Gobierno. Nada más.
Todo su empeño es ese y por eso no duda en ir a la sandez. Cuando Feijóo equipara a Sánchez con Franco -por cierto, Feijóo no condena la dictadura-, o cuando su portavoz Borja Semper -dicen que un hombre moderado, ¡vivir para ver!- dice que la autorización de la inscripción de Dani Olmo en la Liga es tan grave como la amnistía.
Madrid tiene un aire irrespirable, porque Díaz Ayuso marca el paso a un Feijóo que, dando palos de ciego, piensa llegar por la vía rápida a la Moncloa. A lo mejor llega el Partido Popular. A lo peor, el que no llega es Feijóo. Y un detalle. Estoy de acuerdo con Feijóo cuando dice que Franco divide a los españoles. Sí, entre demócratas y nostálgicos de la dictadura. Parece que él es de los segundos.
Puigdemont, por su parte, quiere hacer imposible la vida a Sánchez pero no lo dejará caer antes de que el Constitucional dé vía libre a la amnistía. Y cuando esto se produzca, Puigdemont estará libre y podrá volver a España y podrá seguir tonteando con el PP. Eso sí, sabiendo que cuando gobierne Feijóo, será un cero a la izquierda.