Mi calle lleva en obras desde agosto, y lo que le queda. Alguien ha decidido levantarla de arriba a abajo y cambiar todo… para que nada cambie. Bueno, las aceras serán más anchas para fastidiar a quienes aparcan en la calle, ya se sabe, en Barcelona no queremos pobretones. Todo el mundo tiene que tener un coche nuevo y con plaza de párking. Porque ese es el único propósito de ensanchar la acera, fastidiar a los automovilistas, porque los centímetros ganados a la calzada no se pueden usar, ya que los árboles no se han movido, por más que son unos plátanos enfermos que bien podrían haberse renovado.

Adecentar una calle y sus infraestructuras no está mal, en absoluto, pero quien las dirige debería pensar algo en los vecinos. Hay que reconocer que la organización roza la perfección, cada semana entra y sale un gremio, incluidos los chatarreros, que también tuvieron sus días de gloria buscándose la vida. Pero no estaría mal que quien planifica las obras hiciese todo lo posible para minimizar el tiempo de la intervención. Seis meses, o más, con una calle literalmente patas arriba es un calvario para quienes tienen problemas de movilidad o para los bares y comercios.

Imagino que muchas personas con problemas de movilidad estarán encerradas en sus casas porque los riesgos de caerse son enormes, por no decir que quien se mueve en silla de ruedas lo tiene poco menos que imposible. Y bares y comercios habrán visto caer su facturación a mínimos, que les llevará a pérdidas a quienes hayan hecho una inversión en las terrazas homologadas que ahora dudo que puedan reutilizar. Y todo esto, en plena época navideña. Un desastre que, muy probablemente, se llevará por delante más de un negocio.

Se trabaja 40 horas a la semana, con suerte, haciendo jornada intensiva los viernes. Dado que por la calle pasan muchas personas, podría haberse gestionado la obra para alargar las horas de trabajo efectivas, y por supuesto trabajar, al menos, todo el viernes. Es verdad que alguna vez han hecho ruido, pero dado que comienzan a las ocho, podrían estirar los trabajos hasta las 20:00 h, al menos cinco días a la semana. Seguro que se podría recortar algún mes. Y ahora, la obra se toma vacaciones escolares estando parada desde el 20 de diciembre hasta el 7 de enero. Impresionante. Imagino que si la obra no acaba antes del Ramadán, volverán a parar, y quién sabe si también para el Diwali, Barcelona es una ciudad multicultural.

Pero el problema no es de mi calle, es que simultáneamente hay abiertas decenas, si no cientos de calles en toda Barcelona simultáneamente, socializando las molestias en todos los barrios y distritos, convirtiendo la ciudad en una auténtica gincana. El plan a cuatro años plantea 2.800 intervenciones.

La peor alcaldesa de nuestra historia destrozó nuestra ciudad. El equipo actual se empeña en hacer obras ignorando a los ciudadanos y, además, hace caso omiso a las sentencias que declaran ilegales las superillas y ejes verdes del equipo anterior, que deberían ser devueltas a su estado anterior, porque se saltaron el plan urbanístico de la ciudad.

Se está construyendo un tranvía por la Diagonal contra la opinión popular, pues se votó claramente que no lo queríamos. Y el deterioro del Raval sigue y sigue. Sería bueno que alguien pensase en la ciudadanía, en toda ella. En la gente mayor, en quien tiene problemas de movilidad, en quien tiene coche, en bares y comercios…. parece que los políticos sólo viven para sus cosas y sus batallitas, y el bienestar de las personas les es igual.