En España parece que no aprendamos a resolver determinadas cuestiones que complican nuestra convivencia y que les proporcionan un combustible altamente inflamable a los partidos más radicales de la extrema derecha. Cuesta entender cómo las formaciones políticas mayoritarias y más pegadas al centro ideológico no agarran determinados temas escabrosos por los cuernos y abandonan discursos buenistas que simplemente dañan el sentir de la mayoría.
El último episodio lo viviremos esta semana con la celebración en Torredembarra del Congreso Islámico Nacional. Esta semana ya se ha caldeado el ambiente con dicha cita y, en especial, por la participación de los apóstoles de las actitudes ofensivas para nuestra manera de entender la vida. La presencia que levanta más ampollas es la del experto en el Corán Malik Ibn Benaisa, el mismo que hace unos cuantos años se atrevió a decir que las mujeres que salen a la calle perfumadas son unas fornicadoras. En una entrevista hace unos días en RAC 1 el propio Benaisa se encargó de echarle agua al vino a su inaceptable visión del papel de la mujer.
Veremos cuál será su discurso en Torredembarra pero si lo que se pronuncia desde ese púlpito no se limita a explicar hacia dónde va el Islam y es ofensivo para nuestros valores entonces un país serio debería actuar. Hay ocasiones en las que la libertad de expresión tiene que cercenarse porque no es libertad de expresión, es un altavoz delictivo. En nuestro país ha costado mucho esfuerzo eliminar determinadas trabas mentales que consideraban que las mujeres eran seres de segunda y no deberíamos aceptar bajo ningún concepto comentarios que vuelvan a colocarlas en ese submundo más cercano a la sumisión que a la libertad. Ni advertencias sobre el pecado que supone perfumarse, o no ir tapada o la necesidad de bajar la mirada.
Criticar y exigir medidas de fuerza ante estas actitudes no deberían ser vistas por la sociedad como tics autoritarios. Al contrario. Impedir que alguien pueda expresar elementos que bordean el comportamiento criminal tendría que ser aplaudido y secundado por el grueso de la sociedad. Sorprende que el alcalde de Torredembarra no haya levantado la voz. El consistorio simplemente se ha desmarcado de esas afirmaciones antiguas, pero no ha visto ningún problema con la organización de dicho simposio. El PSC -el partido del alcalde- tendrá un problema si el Congreso Islámico acaba emitiendo mensajes como tememos. Y la Generalitat también si los Mossos no actúan ante el presumible delito que se avecina.
Todas estas actitudes diletantes lo único que logran es ofrecerle gasolina a partidos como Aliança Catalana o Vox. No sé para qué diseñan cordones sanitarios contra esos partidos si luego les asfaltan una autopista para llegar al voto de mucha gente que no le parece normal que ocurran esas cosas. Tener firmeza ante esas actitudes vejatorias y desagradables tendría que ser exigible para todas las formaciones políticas, sea cual sea su orientación ideológica. Tic tac.